viernes, 16 de diciembre de 2011

HACIA LA TELEVISIÓN ÚNICA


La Sexta acaba de ser absorbida por Antena 3 Televisión. O lo que es lo mismo, a partir de ahora los tres grandes canales de televisión de cobertura nacional- Antena 3 Televisión, Tele 5 y RTVE- no tendrán mayor problema en responder de forma favorable a los requerimientos del nuevo Gobierno del Partido Popular.

La cadena pública, RTVE, está en manos de la mayoría parlamentaria, es decir del PP. Antena 3 Televisión, sigue con capital mayoritario de la editorial Planeta que como todo el mundo sabe es quien ha publicado y pagado minutas millonarias por los libros del ex presidente Aznar; y Telecinco pertenece a Berlusconi. Ni José Manuel Lara ni Silvio Berlusconi han ocultado nunca sus preferencias, por lo tanto nos encontramos a seis días de la investidura del nuevo presidente de Gobierno con un regalo esperado: todos los grandes medios audiovisuales en sus manos.

Éxito para Rajoy, fracaso para Zapatero. Tal y como le advirtieron en su día no había espacio en la tarta publicitaria para alimentar cinco cadenas de televisión nacional. La Sexta y la Cuatro han sido disueltas como azucarillos en las mandíbulas de Telecinco y de Antena 3 y la pretensión de crear dos nuevas cadenas en las que tuviera cabida otra forma de concebir la realidad ha quedado en eso, en una mera ilusión.  

No se trataba tan solo de eso, de una vana ilusión: detrás, agazapados, estaban el negocio y el tráfico de influencias. En este proceso otros se han enriquecido y se siguen enriqueciendo. Los amigos de Zapatero: Roures, Contreras, Ferreras, Ruiz de Gauna etc. O los amigos de Aznar en su día. Todo pertenece a la misma lógica del pelotazo rápido. Con esta absorción irán muchos trabajadores a la calle; se suprimieran muchos programas de calidad y los ciudadanos tendrán que elegir entre eso o lo mismo; habrá un monolítico discurso, y algunos personajes, socialistas y populares, engordarán sus bolsillos que, por lo visto, de eso se trata. La información como derecho queda como papel mojado en la Constitución.

Y pensar que para conseguir su empeño, Rodríguez Zapatero no dudó en sacrificar a RTVE, primero restringiendo la compra de derechos deportivos; más tarde echando a la calle a la mitad de su plantilla; finalmente suprimiendo la publicidad, y todo para favorecer a la Sexta y a Cuatro. Pero le salió mal la jugada y la televisión pública no se ha hundido. Otros lo intentaran ahora. 

Lo que vamos a ver muy pronto es un relevo en el saqueo de la televisión pública. Nuevas productoras, esta vez afines al nuevo gobierno, como antes lo fueron al anterior, cobrando sobreprecios ,dejando a los trabajadores en el pasillo y quizás, finalmente, echándoles a la calle argumentando que no tienen ya cometido. La jugada no es nueva. 

¿Dónde están los mejores periodistas de TVE? ¿Dónde los de la Cuatro? ¿Dónde estarán pronto los de la Sexta? Un enorme mercado de parados se mezclará en la enorme coctelera del mercado de trabajo: por un lado los profesionales de reconocido prestigio que ya han cumplido los cuarenta, con difíciles perspectivas de encontrar trabajo; por el otro, aquellos más jóvenes que por esa razón todavía están haciendo méritos hasta conseguir un contrato estable- ellos también pronto pasarán a formar parte de los mayores de cuarenta años- y junto a ellos hay que sumar a los que acaban de salir de las Universidades que ya trabajan gratis para las productoras con la excusa de que todavía no tienen la preparación adecuada. Podrán acudir a la oferta de los contratos de formación (20.000 acordados por el PSOE con los grandes empresarios. De sueldo: 400 euros al mes) o a los "minitrabajos"  que pronto pondrá en marcha el PP con el acuerdo de la CEOE y el visto bueno de la Unión Europea (también 400 euros al mes hasta los 30 años). Empleos basura para trabajos basura en un país que pronto convertirá también en basura la información, la política, la justicia, la educación o la sanidad. Pasos ya se están dando y se han dado en esa dirección. 

Todo lo que hoy puede parecer exagerado  o fruto del pesimismo en unos meses se quedará corto. 

Nos encontramos en una carrera desenfrenada hacia el precipicio y tengo todavía una noticia peor que darles: el coche ha perdido los frenos. 

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