jueves, 5 de marzo de 2015

! TODOS AL SUELO, QUE VIENEN LOS NUESTROS !



¡Al fin, después de tantos años, parece que llegan los nuestros! Y con ellos los corruptos irán a la cárcel, tendrán que devolver lo que robaron; la educación tendrá una cierta calidad igualándose a la de los más avanzados países de nuestro entorno; la sanidad se salvará de ser privatizada  y volverá el trabajo digno. Nuestros abuelos pueden sentirse tranquilos porque ya no tendrán que sostener la carga de sus hijos y sus nietos, y nuestros hijos verán la luz al final del túnel o lo que es lo mismo tendrán un futuro parecido al de sus padres. Si otro mundo diferente a corto plazo no es  posible al menos que nos devuelvan todo lo que en los últimos años nos han arrebatado, lo que todavía quedaba de la Sociedad del Bienestar. !Uf, menos mal, que pronto llegan los nuestros!

Ya hay quien desde algunos partidos políticos emergentes lo está celebrando pero yo no alzaría de momento la copa de la victoria. La historia está llena de grandes derrotas que fueron vistas en principio como grandes victorias. Los generales árabes festejaban su victoria mientras los aviones israelíes cargaban sus bombas para comenzar una guerra que tan solo duró seis días . La Primera Guerra Mundial fue en principio una fiesta en la que los combatientes se despedían de sus familias y amigos con el convencimiento de que en unas semanas estarían de nuevo en casa victoriosos. Y esas semanas se transformaron en años. Hitler estaba convencido de que tomar Francia sería un paseo y los belgas y los franceses le hicieron ver lo equivocado que estaba. Existen innumerables ejemplos de falsas victorias celebradas de antemano que se frustaron.  Pero claro yo estoy hablando de una guerra  y ustedes dirán: ¿en que se parece una guerra a lo que estamos viviendo? Por lo que se ve en mucho, si nos fijamos en Grecia, en donde el pueblo ha elegido a sus representantes para que cumplan con sus promesas electorales pero la Unión Europea les  ha recordado que la soberanía griega está en manos de los acreedores de su deuda. Es esta una guerra que ya se ha cobrado más víctimas que muchas guerras locales y desde luego que ha generado una pobreza con unos niveles de hambre en Europa como no se recuerda desde la postguerra mundial.  Es esta la guerra de global de los más poderosos contra las clases medias y bajas de todo el mundo. Sí, de eso estamos hablando, de revertir nuestro presente y de que no conviertan nuestros hogares en un campo de batalla.

Sabiendo esto y visto lo visto, conociendo el poderosísimo enemigo al que hay que enfrentarse, resulta de todo punto incomprensible que los “nuestros” alardeen de su victoria de antemano, que ante la cantidad de poder político que van a ocupar hayan comenzado a pelearse entre ellos,  que se muestren más preocupados por su victoria que por el objetivo primero de estas elecciones que no es otro que desalojar del poder el Partido Popular que tanto sufrimiento y daño ha causado. Ayer mismo pudimos ver como ante la visita de Junker a Madrid, Rajoy ha firmado el compromiso de aportar 1500 millones de euros para un proyecto energético que pretende unir España y Francia con un presupuesto total de dos mil millones de euros.  Y este coste no se reparte con Francia a partes iguales ni ser prorratea entre los miembros de la UE, lo va a pagar el país con más índice de  paro en toda Europa. Con dirigentes así, a los que no les tiembla el pulso para firmar en condiciones claramente desventajosas estos macro proyectos y someten a la población a grandes penurias, se necesita un cambio urgente.

 El PSOE no parece tener la energía suficiente para convertirse en el referente del cambio político. UPyD e IU defenderán antes sus propias estructuras partidistas que intentar la unión de las fuerzas de la oposición ante una emergencia nacional como la que nos ocupa. CIU y ER están a lo suyo, al nacionalismo independentista. Y los partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos crecen rápidamente en expectativa de voto.

Por lo que se ve no habrá mayorías absolutas- ni falta que nos hacen- pero tampoco suficientes para poder formar gobierno. Habrá que pactar, que negociar, olvidando personalismos y porcentajes de representación partidistas. E intentar unir fuerzas. De momento el ejemplo no puede ser peor. Rosa Díez se niega a integrarse en Ciudadanos pues prefiere ser cabeza de ratón que cola de león; Podemos, imbuido de su mesianismo y de una gran autosuficiencia, se niega a abrirse a las demás fuerzas de la izquierda progresista, creen que ellos y solo ellos se van a bastar para desalojar al PP del poder. Grave error.  De persistir en él puede que muy pronto lo que dijo Pablo Iglesias en los pasillos del Parlamento Europeo (“En las elecciones generales en España el PSOE va a tener que decidir si nos apoya para llegar al Gobierno o mantiene en él al Partido Popular”) se vuelva contra él.

Como decía un compañero periodista en aquellos días previos a las elecciones generales de 1982: “!Todos al suelo , que vienen los nuestros!”



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