Este bichito nos está cambiando
la vida. A todos, en todo el planeta. Está poniendo al descubierto nuestras carencias. Parece un bichito
inteligente. Viaja en avión a gran velocidad, de un país al otro; se aloja en los
mejores hoteles; acude a cocteles reales y penetra con gran habilidad en las
sedes del Gobierno y en los Parlamentos de los países más poderosos, sin que ni
escoltas ni policías lo detecten.
Es cierto que es malévolo, que
tiene muy malas intenciones, y no se contenta con sacar a la luz las
contradicciones de nuestras sociedades y de nuestros sistemas políticos. Penetra
en las residencias de ancianos, gran parte de ellas privatizadas, convertidas
en aparcamiento para los más mayores, sin las menores garantías de aislamiento, y allí
contamina todo lo que puede, que es mucho.
Mientras se pasea a gusto por
todo el planeta, dejando tras de sí un reguero de víctimas, transforma las costumbres
de la gente. Impide que los mediterráneos, tan dados a la efusividad, nos
podamos abrazar y besar. A la población china la confina en sus casas y la somete
a una vigilancia telemática como jamás hemos visto ni imaginado.
Ha venido para quedarse un
tiempo. Va a pasar el verano con nosotros y ya nos advierten que en el otoño
estará aquí de nuevo para hacerle la pascua a los que todavía no se han contaminado.
De prolongarse esta situación la
crisis económica podría descontrolarse. Los grandes bancos, para sobrevivir,
tendrán que fusionarse o devorarse unos a los otros mediante las conocidas OPA.
En España el Santander, que está rozando límites muy peligrosos, ya está
pensando en hacerse con el BBVA con el beneplácito del Banco Central Europeo.
El
presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no deja de repetir que hay que potenciar
mucho el sistema sanitario pero también la teleeducación. Me pongo a temblar. Y es que por lo que parece ya se están estudiando medidas para que los ciudadanos estemos sometidos a videovigilancia
a través de nuestros teléfonos móviles. Modelo chino.
De seguir así van a invadir nuestra querida intimidad y me temo que no nos van ni a dejar retozar a gusto con nuestra pareja. Y esto no lo digo en tono de broma. En Irlanda ya han recomendado el “sexting” (envío de mensajes de texto o
imágenes de contenido sexual explícito a través del teléfono móvil o de
otros dispositivos electrónicos) y los chats de
contactos. El Servicio
de Salud irlandés advierte de las bondades de la masturbación, pero eso sí,
recomiendan una versión higiénica con lavado de manos, antes de y después de.
Ya veo por donde nos va a atacar
este maldito coronavirus a los que estamos confinados. Ustedes verán lo que hacen pero yo me he apresurado a aumentar la frecuencia con
mi pareja, por lo que pueda venir. Pero, claro aquí el coronavirus me gana por
la mano, porque mi ratio es francamente baja.
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