El decreto del Estado de Alarma
es ambiguo en cuanto al régimen de visitas que los padres separados pueden
hacer a sus hijos y esto afecta a cientos de miles de personas en toda España que
se están exponiendo a diario, de forma innecesaria, al contagio del virus. En
las redes sociales son muchos los casos que se cuentan. Gran parte de ellos se
refieren a los progenitores que no conviven con su hijo pero que sin
embargo realizan a diario visitas al hogar de su ex pareja para ver y jugar con
el menor. Sienten una gran alegría al ver a sus pequeños, abrazarlos, besarlos
y decirles lo mucho que los quieren rompiendo así la cuarentena de la otra persona
que tiene la custodia del niño o de la niña.
Padres y madres desaprensivas que
confunden el amor con la irresponsabilidad hay muchos y muchas, por lo que se
ve. Y curiosamente creen que pueden hacerlo amparándose en la ambigüedad del
decreto dictado por el gobierno. Esta ambigüedad en la redacción es cierto que
afecta también a otros colectivos en peligro, como puede ser el internamiento
en el hogar de parejas que conviven mal y con problemas que se acrecientan todavía
más con el encierro obligatorio pero hoy vamos a hablar de las parejas, con el
régimen de visitas establecido por un juez, o de aquellos y aquellas que
todavía no han pasado por el juzgado y lo llevan de la mejor manera por aquello
del “buen rollo” y de evitar así perjuicios mayores al menor.
Uno de los casos que una madre
relata es el de su ex pareja, con la que tiene un niño, y con el que le une una
relación fluida. El padre tiene a su vez otra familia con la que vive pero reparte
su tiempo acudiendo al domicilio de su ex para visitar a su hijo todos los
días. Este hombre cree que las medidas de aislamiento o de higiene que toma su
ex mujer con su hijo son exageradas y le llama “paranoica” o “exagerada”. El se
desplaza naturalmente de una casa a otra sin que nadie en la calle se lo
impida. E incluso acude a visitar a sus padres o a sus familiares. Y, por
supuesto, trabaja en su empresa todos los días.
Esta bomba de relojería andante
se siente respaldado por esa ambigüedad del real decreto que dice en su
artículo 7 que sólo se podrá circular por la vía pública para ir a la compra ,
a la farmacia, a aliviar al perro o “asistir
a personas mayores, menores o dependientes”. Con esta redacción tan ambigua,
nuestro personaje puede ir a ver a su madre que vive sola, a su hijo que vive
con su ex pareja y, por supuesto, al trabajo. ¿Qué cuarentena realiza nuestro
esforzado padre que se desplaza además en transporte público de un lugar al
otro? Si estuviera contagiado del virus se lo traspasaría a toda su familia,
además de a su madre a su hijo y a su ex mujer. El se cree un gran padre, un
gran hijo y una persona responsable pues cumple visitando a su madre, a su hijo,
y además acudiendo normalmente a su puesto de trabajo, tal y como entiende que le está permitido al
leer las normas dictadas por el Gobierno. Ante esto, su ex pareja vive en vilo,
por ella y por su hijo, sin poder convencer a su ex de que los está poniendo en
peligro. Respuesta: “eres una exagerada, no es para tanto”.
A estas alturas, los redactores
del Real Decreto podrían hilar más fino pues son muchos los casos que se están
dando en toda España. Este fin de semana, sin ir más lejos, los hijos en
custodia compartida acudirán a visitar a otra familia, o otra casa, pues es el
turno de su otro padre o madre, para regresar el domingo por la noche, quien
sabe si contagiado, de nuevo al hogar en donde convive toda la semana.
Los menores, hijos de padres separados, van de un domicilio a otro, según del día o la semana que a cada uno
corresponda. Así, se están dando casos como el de una chica de doce años que
rompe su cuarentena para irse de la casa de su madre a la de su padre, quien a
su vez vive en familia con otra mujer y dos hijas de esta, ambas en edad de
trabajar, que salen a la calle, acuden a sus centros de trabajo y regresan cada
día de nuevo al hogar sin saber si han contraído o no el coronavirus.
La ambigüedad en el texto del
Estado de Alarma es utilizada, posiblemente de forma indebida, por
padres y madres encantadores que a mi parece realizan unas cuarentenas muy
particulares y ponen en riesgo y peligro a aquellos que se encuentran más indefensos.
Tú, padre o madre separado, estás en casa con tu hijo, intentando distraerle, para que el encierro se le haga más llevadero. Por la mañana deberes, dibujo, inglés. Por la tarde, ejercicio físico y lectura, además de otras muchas ocurrencias que se le pueden ocurrir al papá o la mamá para que las horas pasen más rápidas. De de pronto, suena el timbre de la puerta. El niño o la niña se abalanzan. Ha llegado papá o mamá a visitarte. Uno y el otro se funden en un gran abrazo. A esta hora los contagiados en España pasan de 17.000 y los fallecidos se acercan a 800. Y nos dicen que lo peor no ha llegado. Hay que decírselo a papá y mamá.
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