Jean Ziegler, relator especial de Naciones Unidas para el Derecho a la alimentación, por cierto, el único relator de la ONU a quien el gobierno de los EE.UU se ha negado a recibir debido a su postura crítica; este escritor, sociólogo y ex diputado suizo que lleva décadas denunciando el manejo por unos pocos de este mundo en el que nos toca vivir, refiriéndose a países como España, Inglaterra o Francia, me explicaba como los jefes de gobierno de estos países “lo primero que hacen por la mañana es mirar las cifras de la Bolsa, los indicadores bursátiles de Nueva York, de Tokio, del día anterior, para saber cuál es el milímetro de espacio que tienen para su política fiscal, su política de empleo, su política de inversiones”. De esa dependencia que tiene el poder político del poder financiero habla también el sociólogo alemán, Jünger Habermas, que dice: “de ahora en adelante todo lo que pueden hacer los Estados es, “Weltinnenpolitik”, es decir, “política interior mundial”, esto es, simplemente aplicar en el territorio nacional las directivas del capital financiero mundializado”.
Ziegler y Habermas anticipaban lo que hoy ya mucha gente sabe y lo que los políticos ya no se molestan en ocultar: que ellos, que ocupan el poder gracias al voto de los ciudadanos, a quien realmente obedecen es al poder económico y financiero. Por eso no es de extrañar la perla que ayer nos dedicó el presidente Zapatero al decir sin ambages ante los empresarios reunidos en la Moncloa que “el diferencial con Alemania es un marcapasos que sigo día a día; si baja voy bien, si sube tengo problemas”.
Cuando uno ve las imágenes del presidente del Banco de Santander en la Moncloa, haciendo exhibición de su poder, en mangas de camisa, con sus tirantes rojos, diciendo a los periodistas que hoy hace mejor tiempo que la última vez, con una familiaridad que refleja lo cómodo que se encuentra en aquel ambiente, recuerda las opiniones de Ziegler o de Habermas, acerca del margen de acción que les queda a nuestros gobernantes.
Sí, porque sabemos que ha sido Emilio Botín quien levantándose en medio de la reunión, tomó las riendas de la agenda para decir al presidente lo que debía de hacer en cuanto al llamado debate sucesorio. A Zapatero le faltará tiempo para seguir las recomendaciones de la élite empresarial. De hecho ya les ha pedido que se constituyan en órgano de consulta permanente, creando algo así como una Comisión Asesora de la Competitividad. La zorra en el gallinero.
La música que ayer sonó en la Moncloa fue celestial para los oídos de muchos de los allí presentes que no dudaron en adular al presidente del Gobierno. ¿Cómo no les iba a gustar esa brillante idea de crear un plan de 30.000 becas para jóvenes? Botín se apresuró a decir: resérvame dos mil. ¿Acaso no sabemos ya por experiencia lo que esto significa? Sustituir puestos de trabajo fijos por empleo eventual al módico salario de 400 euros por cabeza. Una práctica que ya se está consolidando en el mundo de la empresa privada precarizando cada vez más el empleo sin que los sindicatos digan esta boca es mía. Algunas universidades privadas, lanzan a sus licenciados o alumnos de últimos cursos a subemplearse. Ellos pueden contar sus experiencias y vemos como de formación nada de nada y perspectivas de continuar pasados seis meses, ninguna si la empresa ha de pagarles un sueldo superior a esos 400 euros y muchas si continúan en las mismas condiciones o incluso gratis.
Con esta medida, 30.000 jóvenes menos contabilizaran en las listas del paro juvenil mientras los empresarios se regocijan con las decisiones de un Gobierno que lejos de intentar cumplir su programa electoral (Zapatero prometió elevar la contratación indefinida y reducir el trabajo temporal) se ponen en línea con los intereses de aquellos que de verdad presionan para endurecer todavía más las medidas de austeridad. Eso que antes conocíamos como el Pacto de Estabilidad y ahora llaman Pacto del Euro.
Eufemismos aparte tan solo resaltar dos noticias que hoy aparecen en la prensa: por vez primera, casi medio millón de personas, la mayoría jóvenes, se han opuesto en las calles de Londres a que les sigan aplicando sobre sus bolsillos las recetas de la crisis. La otra noticia es que una vez más los directivos de una gran empresa, una de las causantes de la crisis económica mundial, y curiosamente la que se dedica a dar calificaciones a los gobiernos (esa a la que se refería Zapatero ante los empresarios cuando les dijo que era como un marcapasos para él, si, Moody,s ) subía a su cúpula directiva el sueldo un 70% . No es de extrañar que Botín entre en la Moncloa ajustándose sus gruesos tirantes rojos o que Alierta presida esa Comisión asesora que les “pide” Zapatero.
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