La democracia es el gobierno del pueblo. No el gobierno de unos pocos elegidos que lo ejercen en contra del pueblo. A eso es a lo que le llaman democracia y no lo es. Y cuando esto ocurre cientos de miles de personas comienzan a no sentirse representadas. ¿Qué hacer? Lo primero es manifestar su disconformidad, salir a las calles y decir: no, ustedes no nos representan. Y eso es lo que están haciendo una legión de indignados de todas las edades y clases sociales. Es la expresión más visible del hartazgo de un sistema más preocupado por entenderse bien con sus banqueros o con los jefes de gobierno más poderosos que en buscar la solución de los problemas de una buena parte de la gente de su país que sufren el paro, los efectos de la corrupción económica y política y a los que se ha condenado a no tener futuro.
¿Es de extrañar que miles de personas se manifiesten ante las Cortes de Valencia el día de la toma de posesión de un nuevo gobierno manchado por la sospecha de corrupción y con una docena de imputados entre sus filas? ¿Es tan difícil de entender que miles de personas se manifiesten antes las Cortes de Cataluña el día que van a proceder a importantes recortes en materia de sanidad y otras medidas antisociales tan solo por proteger a los verdaderos causantes de la crisis económica? ¿Son estos realmente nuestros representantes? ¿A esto es a lo que llaman democracia?
Contra la corrupción y la perversión del sistema democrático gritan e insultan a los políticos de todo signo los indignados. Alguno ha llegado más allá, incluso a pintar con spray la gabardina de una diputada o el pelo de otro. No han llegado todavía al extremo de estampar una tarta en pleno rostro de sus representantes políticos o tirarles tomates y huevos podridos como hemos podido ver en otros países europeos con mayor tradición democrática que la nuestra. A todo esto lo llaman violencia, y a quienes realizan estos actos les acusan de ser “antisistema”.
No, no son “antisistema”, son antivosotros. No os quieren, no les representáis, les estáis impidiendo vivir dignamente, unos por acción y otros por conformismo y omisión.
Vosotros que habéis taponado todos los órganos de control del sistema democrático, que pervertís con vuestros actos a diario el sistema acusáis ahora a los ciudadanos que protestan por vuestros actos de ser “antisistema”. Vosotros que utilizáis a diario las acusaciones más viles unos contra otros, que sois capaces de anteponer vuestros intereses particulares y partidistas ante los intereses de la nación; vosotros que apostáis por cuanto peor mejor, que habéis comprado gran parte de los medios de comunicación , que habéis contaminado la justicia impidiendo su libre y buen funcionamiento; vosotros que utilizáis la fuerza bruta para machacar a porrazos a jóvenes, mujeres y niños tranquilamente sentados en una plaza en actitud de protestas pacífica sois quienes hoy vituperáis a quienes no están conformes con vuestros métodos antidemocráticos.
¿Acaso preguntáis al pueblo lo que el pueblo quiere? ¿Desde cuándo no se convoca un referéndum en España? Incluso el denostado Berlusconi en Italia ha preguntado en consulta popular si los ciudadanos italianos estaban de acuerdo o no con la privatización del agua o con la política de energía nuclear. Y resultó que no. Los políticos españoles no están para negativas, prefieren un pueblo ciego, sordo y mudo con unos medios de comunicación domesticados como la mejor garantica de mantener la ficción de una democracia que no lo es.
Y mientras tanto unos y otros prosiguen recortando derechos laborales, creando empleo precario, expulsando de las empresas a millones de trabajadores, llevando a miles de familias a la precariedad más absoluta, desahuciando de sus hogares a quienes afectados por estas medidas antisociales ya ni siquiera pueden pagar sus hipotecas. Esto no es violencia. Es su democracia. Pues, no, no lo es. Y el grito resuena así de fuerte en las calles y plazas de toda España mientras crece la indignación y el descontento.
Y no va a parar si vosotros no paráis, si vosotros continuáis saqueando las arcas públicas, pagando sueldos millonarios a vuestros periodistas de cámara, dilapidando el dinero público en obras faraónicas haciéndonos ver que la crisis es tan solo una cosa que afecta a los trabajadores, por cierto, cada día con menos trabajo.
Ni tan siquiera llegaremos a un sueldo mínimo la mitad del de los países europeos más poderosos, los de aquellos que nos acusan de derrochar el dinero y nos imponen severas medidas de ajuste. No, las protestan van a seguir pero no podéis pedir que todos sean pacíficos cuando les aporrea la policía, cuando ven entrar con la sonrisa en los labios a los diputados corruptos a ocupar sus escaños, cuando el gobierno firma una reforma laboral que les arrincona más y más, cuando nuestros políticos dan el peor ejemplo siendo incapaces de llegar a ningún acuerdo. Hace unos días tres magistrados del Tribunal Constitucional han tenido que presentar su dimisión ante la inoperancia de los partidos políticos mayoritarios. Y hasta el presidente del Congreso ha tenido que reconocer que en este caso los diputados no se estaban ganando el sueldo.
Un trabajo digno, una justicia libre de las presiones de los partidos políticos, un mejor nivel de educación, unos medios de comunicación libres, unos mecanismos democráticos que funcionen , un no muy fuerte a la corrupción. Eso es lo que pide a gritos una parte del pueblo español. ¿Por qué no les escucháis? ¿Es acaso eso violencia? O lo es más el sufrimiento al que estáis sometiendo a gran parte de la sociedad. Miles de personas sueñan con un país mejor y en sus pancartas llevan este lema: “Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir”