sábado, 30 de abril de 2011

CUERVOS Y BUITRES


Los dos partidos políticos mayoritarios escenifican estos días a través de los medios de comunicación un enfrentamiento acerca de la libertad de información en la televisión pública del estado. Todo comenzó con unas afirmaciones de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, en el programa “Los desayunos de TVE”, al acusar a esta cadena de manipulación y falta de independencia. La respuesta de la presentadora y conductora del programa, Ana Pastor, así como la de alguno de los invitados al coloquio, en defensa de la libertad en la televisión pública, animó el debate al que hoy se ha sumado un ex director de los Servicios Informativos de TVE en la era Aznar, Alfredo Urdaci, con estas palabras: “¿Libertad? Me entra una risa que me descoyunto”

Una afirmación muy afortunada porqué somos muchos los que nos descoyuntamos. Nos descoyuntamos cuando el PP o el PSOE hablan de libertad de información, ellos que tanto han contribuido y contribuyen a que no exista. Y nos partimos el espinazo al ver como Urdaci resurge a través de Twitter o desde  Guinea Ecuatorial en donde se encontraba a las órdenes de “el Pocero” vendiendo pisos. El, que nunca ha sido precisamente un modelo de defensa de la libertad cuando era Director de los Servicios Informativos y del telediario más visto en TVE. Sí, nos descoyuntamos de risa

Y también nos descoyuntamos cuando oímos a determinados profesionales de la televisión pública defender y hablar de libertad, porque no creo que podamos decir que tenemos una televisión pública imparcial en donde sus profesionales desempeñan con total libertad su trabajo, aún cuando nos encontremos a años luz de aquella dirigida por Alfredo Urdaci, quien llegó a ser condenado por un tribunal. Esa pluralidad y ecuanimidad de la que se habla es meramente interpretativa y desde luego, en boca de los dirigentes políticos hace que hasta el propio Urdaci se descoyunte, pues han sido y son precisamente ellos - PP y PSOE - quienes manipulan a diario la televisión pública. Lo que ocurre es que nunca les parece suficiente. 

Lo peor de todo es que los directivos de TVE parecen no sentirse muy incómodos de ser manipulados. Manipulación es saltarse a la torera la libertad de información para, cronómetro en mano, convertirse en amanuenses de los dos grandes partidos políticos, los mismos que deciden en el parlamento el nombramiento del Presidente de la Corporación RTVE. Y desde luego no podemos hablar de imparcialidad en la información de TVE, por mucho que Ana Pastor lo defienda y por mucho que esta buena periodista lo haga suyo cada mañana en su programa. Si la televisión pública fuera imparcial tendría que llamar a las cosas por su nombre y decir a los ciudadanos todo lo que estos tienen derecho a conocer sin ocultar determinados aspectos incómodos al poder. Es decir hacer una información neutral y no ocultar o maquillar aquello que los políticos, del PSOE, del PP o de otros partidos políticos, les interesa desfigurar. O lo que es lo mismo, como decía un viejo profesor de periodismo a sus alumnos: “trabajen, ustedes trabajen como si fueran libres”

El presidente de RTVE, Alberto Oliart, definía al periodista Juan Cruz su idea de libertad de información de esta manera: “Se basa en el equilibrio y para eso no hay que estudiar”. Su  director de informativos le apoyaba: “Presentamos las dos versiones siempre, que juzgue el que lo ve”. Como no podía ser menos , uno y otro, tuvieron su respuesta desde la Asociación de la Prensa de Madrid en la pluma de Fernando González Urbaneja, quien les recordaba que el periodismo, eso para lo que el señor Oliart decía que no se precisaba estudiar, es algo más que equilibrio: “El periodismo , el buen periodismo, tiene alguna exigencia adicional de comprender, investigar, distinguir, sopesar…En resumen, trabajo intelectual inseguro, inexacto, arriesgado  que requiere preparación, estudio, intuición, oficio y profesión” decía el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, cosas en las que ni el PP, ni el PSOE , ni por lo que se ve los máximos responsables de la televisión pública creen, porque si fuera así a lo primero que tendrían que negarse es a enviar a sus periodistas a hacer bulto en determinadas ruedas de prensa en las que los políticos no les permiten hacer preguntas, es decir desempeñar libremente su trabajo; o negarse a dar como información propia aquella que ha sido elaborada por los gabinetes de prensa del PP y del PSOE en campaña electoral. Estos no son ciertamente buenos ejemplos de libertad de información. Ni tampoco la forma que tiene la televisión pública de entender el pluralismo. Como diría González Urbaneja “un testimonio del portavoz del gobierno, otro de la oposición, todos ellos con los mismos segundos…No es periodismo, es otra cosa que no hace falta calificar por evidente”

Y este juego consentido y compartido tanto por el PP como por el PSOE y TVE es lo que ha llevado a la disputa mediática acerca de la libertad de información en TVE. A todos ellos se les tendría que caer la cara de vergüenza. Defender la libertad de información corresponde a quienes la hacen cada día, entre ellas a Ana Pastor y todos sus compañeros y compañeras, frente a todos aquellos , políticos, banqueros, asesores, sindicalistas, y una larga lista difícil de enumerar que pretenden convertir el periodismo en su pesebre particular.

Y es, sin duda, la nostalgia de esos tiempos pasados en los que periodistas tan imparciales como Alfredo Urdaci o María Antonia Iglesias dirigían la información en la televisión pública lo que lleva a María Dolores de Cospedal a intentar recuperar este modelo frente a los intentos, no siempre exitosos, de los profesionales de TVE por hacer una televisión libre e independiente de los partidos políticos

Son muchos los periodistas que, tanto en la televisión pública, como en las privadas, en las radios o en la prensa escrita se esfuerzan cada día por hacer bien su trabajo. Por ser neutrales y ofrecer al ciudadano una buena información. Y por hacerlo se quedan en la calle o son relegados dentro de sus propios medios. Ellos saben muy bien lo que es carecer de libertad a la hora de hacer la información. Lo sufren en sus carnes todos los días. Otros, han desistido y se han plegado a las exigencias de sus propios medios, presionados estos por las maquinarias de los partidos políticos o del poder económico. Y, una gran mayoría, tienen un trabajo tan precario y tantas necesidades de tener un empleo que ante el miedo a perderlo se han convertido en obedientes y disciplinados periodistas. “El periodista tiene la pluma del medio para el que trabaja”, esta desafortunada frase, no por ello menos real, muestra el panorama.    

Esa es la muerte del periodismo, al menos del buen periodismo y también una estaca clavada en el corazón de una sociedad democrática. El buen periodista es el que debe de denunciar todos los atropellos a los que el ciudadano y las instituciones se ven sometidos y su libertad está precisamente ahí. No en un debate entre profesionales de la televisión pública y representantes políticos sobre  quien manipula más. 
No, señores, los periodistas trabajamos en un ambiente de poca libertad, de gran presión, de gran precariedad y nuestro trabajo no es el que la sociedad merece y demanda.

Es loable que Ana Pastor se defienda, pero tendría que haberles señalado a ellos- a los responsables de las maquinarias políticas- como los primeros causantes de esta  falta de libertad.


¿De qué libertad estamos hablando? Tan solo de aquella que permite a los grandes partidos políticos disputarse las tajadas del minutado como si se tratara de cuervos  y buitres.

miércoles, 13 de abril de 2011

VOCES CONTRA LA INACCIÓN


Primero fue Hessel, con su alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica (“Indignaos”), cuya versión en castellano prologa José Luis Sampedro; poco después la periodista Rosa María Artal coge el testigo de Hessel y coordina el libro “Reacciona”, que prologa el propio Hessel y desde entonces, es decir en los dos últimos meses, parece que algo se está comenzando a mover entre la juventud en España a pesar de que la primera convocatoria de manifestación pública en Madrid no haya conseguido juntar a más de tres mil personas.

 Se trata de una serie de iniciativas a tener en cuenta, sobre todo en la red que es donde se está tejiendo el enjambre que dará paso a una manifestación a nivel nacional, al igual que ha ocurrido en otros países europeos, para protestar contra la dictadura de los mercados; el papel de los medios de comunicación; el conformismo; el consumismo y, sobre todo , contra ese modelo que ha llevado al capitalismo global a un proceso acumulativo depredador en torno a la economía financiera, destruyendo el tejido social y la economía productiva para saciar la ambición desmedida de unos pocos y dejando a los jóvenes de todo el mundo en una situación de precariedad tal que ya se les conoce como “la generación sin futuro”.

Sin futuro, sin trabajo, sin expectativas, sin ganas de luchar. Una juventud resignada a su suerte, más empeñada en la evasión de sus propios problemas que en la resolución de los mismos. Por eso, iniciativas como las de Hessel o Artal, hay que aplaudirlas desde aquí. Sin embargo quisiera llamaros la atención de algo que es la necesidad de mantener activa nuestra memoria que no es otra cosa que el arma más contundente contra el olvido. Por ejemplo, decir que la indignación, la reacción o la rebeldía no son conceptos finiquitados en este país aun cuando pueda parecerlo debido al egoísmo de los políticos de pocas miras y menor visión de futuro que practican la guillotina dentro de sus mismos partidos impidiendo que dentro de la izquierda pueda prosperar la contestación contra el estado actual de cosas que han convertido en pocos años al ciudadano en consumidor y a la democracia en una jornada festiva en la que los consumidores van a votar a sus marcas favoritas mientras se aniquila todo lo público y se destruyen los derechos laborales y la sociedad del bienestar en Europa. 

Porque todavía nos queda el arma de la memoria hay que recordar que, desde hace años, son numerosas las voces de los intelectuales, activistas y políticos de izquierdas que vienen advirtiendo de este derrotero. Voces sepultadas bajo las grandes audiencias de programas degradantes que alimentan las parrillas de las televisiones que millones de personas consumen cada día. 

Una de esas voces, ha sido y es la de Julio Anguita, a quien los medios de comunicación, los mismos que siembran el panorama audiovisual de basura degradante, tildaron de visionario o “Califa”, cuando no de izquierdista trasnochado. 

 Hoy, doce años después, creo que sería muy conveniente volver a escucharle en su intervención ante José Saramago. Dura cerca de treinta minutos pero estoy seguro que será de interés para los lectores de este blog. Que lo disfrutéis y lo recordéis. http://www.youtube.com/watch?v=Kd0ZyrnVVAM

domingo, 3 de abril de 2011

GRUPO SALVAJE


Son una pandilla de facinerosos que van robando bancos y creando el pánico allí por donde pasan. Bueno, eso en la película de Sam Peckinpah. En la vida real quienes siembran el pánico en las poblaciones y saquean las cuentas privadas de los ciudadanos son los mismos banqueros. Si no que se lo pregunten a los argentinos afectados por el “corralito”, que son muchos, o a las víctimas de la mal llamada crisis económica, que son todavía muchos más. Y digo mal llamada porque a mi juicio no se ha tratado de una crisis en el sentido estricto del término sino de un fortísimo golpe del capital financiero sobre la economía real y sobre el trabajo y los ingresos de millones de ciudadanos en todo el mundo. También una forma de doblegar al poder político y ponerles de rodillas ante el verdadero poder, el de los forajidos de leyenda, ataviados con sus trajes de 2.000 dólares, en una demostración de poder hasta ahora nunca vista.

Uno de los mejores retratos de este Grupo Salvaje nos lo ofrece el documental “Inside Job” (lástima que su subtitulado ilegible en algunos momentos nos impidan una comprensión completa de lo que se nos está diciendo) en el que nos cuentan con pelos y detalles como los especuladores financieros al mismo tiempo que creaban la catástrofe ganaban dinero con ella apostando, como el bombero incendiario, a que todo se vendría abajo debido a sus propias prácticas. Los llamados CDS, tristemente populares a raíz de las prácticas seguidas por los mercados para hundir países como Grecia, Irlanda o Portugal. 

De todo esto nos habla el excelente documental y también de cómo los mismos actores de la crisis después de provocarla terminan ocupando los cargos más importantes de la economía mundial de la mano del presidente Obama, el mismo que a pesar de sus buenas intenciones tuvo que doblegarse ante el Grupo Salvaje que, por lo que parece, es ahora quien decide el futuro de gran parte de la humanidad

Pero frente a Goliat siempre ha habido un David. En este caso el diminuto pastor de la onda no ha sido otro que uno de los pueblos con más historia y más democracia del mundo. Me refiero a los islandeses, que han escrito una saga más en su historia enfrentándose al Grupo Salvaje, negándose a sucumbir ante la presión de sus armas e incluso encerrando en la cárcel a algunos de los miembros de esta banda planetaria. 

Y ello nos resulta especialmente gratificante a todos los ciudadanos del mundo que sufrimos el acoso de estos pistoleros. A todos aquellos que siendo víctimas de sus malas prácticas ven hoy como les arrebatan sus viviendas al no poder hacer frente a sus deudas y además les obligan a seguir pagándoles de por vida, no contentos con haber saldado su deuda con creces. 

He visto por la televisión llorar a una pobre anciana que se había quedado en la calle por una deuda ridícula o como desalojaban de sus viviendas a otras víctimas sin darles la menor facilidad para solucionar sus problemas. Quizás por eso, cuando los bravos islandeses en referéndum se negaron a pagar a sus extorsionadores estos no tuvieron más remedio que flexibilizar sus duras condiciones y darles un plazo más razonable para pagar sus deudas.   

Unos y otros deberíamos de aprender de esta lección. Nosotros a defendernos frente a un atraco de esta magnitud. Y ellos a utilizar menos sus armas en público.

EN EL PODER Y EN LA ENFERMEDAD


El ex ministro de asuntos exteriores británico, David Owen (1977-1979), ha escrito un libro que con este título nos da cuenta de cómo numerosos dignatarios del mundo han podido tomar sus decisiones más importantes, aquellas capaces de desencadenar una guerra o de llevar a un país al desastre, bajo el influjo de alguna perturbación mental o grave enfermedad física que ha reducido sensiblemente sus facultades, cuando no presos de una enervación mental producida por el mismo ejercicio del poder.  Owen, habla de aquellos personajes que han detentado un poder real en la historia, desde Stalin, Hitler, Churchill, Roosevelt, Mao, De Gaulle, Kennedy y otros que han dibujado los mapas del mundo del siglo XX. En la segunda parte de su libro vemos como estos gigantes se han empequeñecido hasta convertirse en enanos y nos muestra a Bush, Blair, Reagan y otros políticos que se limitan a seguir instrucciones de otros, representando ante el mundo el papel de dirigentes sin serlo.

Se trata del noble arte de la simulación del que hace muchos años dejó constancia Maquiavelo en su libro, más bien un manual de conducta, “El Príncipe”. 

Leyendo la última parte del libro de Owen no he podido por menos que recordar a R. Kapuscinski, un maestro del periodismo, quien en su libro “El Emperador” nos cuenta como en Etiopia, Haile Selassie, un monarca absoluto que se creía descendiente directo del rey Salomón y que gobernó su país durante casi cincuenta años empobreciendo a su pueblo hasta límites poco admisibles, ejerció de forma magistral el arte de la simulación hasta tal punto que cuando fue finalmente derrocado por un grupo de jóvenes militares y se formó un Consejo de la Revolución tras el golpe de estado Selassie seguía viviendo en su palacio, luciendo el uniforme con las condecoraciones militares, y se dirigía a su pueblo como si fuera él quien daba las órdenes cuando realmente no era otra cosa que un títere en manos de los militares. Esta forma de ejercer el poder, esta forma de simulación es la que se ha extendido como una gran mancha de aceite por gran parte de Europa en el siglo XXI. 

Se trata de “los nuevos emperadores”. Personas para quienes representar el papel de gobernantes, que no detentar el poder,  es lo más importante. El ejercicio de su cargo reside en la simulación, en la complicidad con los medios de comunicación que amplifican el engaño. Estos Haile Selassie de nueva cuña, saben que su descrédito es grande pero ellos, como el emperador, repiten constantemente que todo lo que hacen es necesario; que todo es en beneficio del pueblo; para evitar males mayores, y que han hecho lo que tenían que hacer o lo que no han tenido más remedio que hacer. Los “emperadores” cambian como los fusibles: cuando uno se funde existe un recambio inmediato. No se trata de nada importante; de nada que preocupe realmente a quienes mandan. 

Todo se traduce en una sucesión de nombres de los que en unos años no quedará ni la menor huella. A ellos se les seguirán respetando determinado tipo de prebendas: coche oficial, una buena remuneración durante toda su vida, secretaria, escoltas, etc. además de permitirles enriquecerse a base de conferencias, libros, o asistencias a consejos de administración, todos ellos trabajos muy bien remunerados.

Como nos cuenta Owen en su libro uno no sabe muy bien si se trata del ansia del poder o de una enfermedad. Lo cierto es que unos y otros, aunque se enfrenten mediáticamente en posturas muy encontradas desde ideologías diferentes, no tardan en comprenderse, en protegerse y en ayudarse a la hora de luchar por sus prebendas. 

Los ex presidentes Aznar y Felipe González, en plena crisis económica, después de aconsejar a todos los españoles que era necesario apretarse el cinturón, bajar el sueldo a los funcionarios y empobrecer a los pensionistas, se negaron a renunciar a alguno de sus cargos en las grandes empresas privadas, incompatibles con el dinero que están cobrando del erario público, contribuyendo ellos y muchos otros altos cargos con actitudes similares al descrédito político que invade a los ciudadanos.
Estos “emperadores”, estos maestros de la representación, nos llaman regularmente a las urnas para que les votemos, amenazándonos con un futuro peor si no lo hacemos, como si no hubiera vida más allá de ellos o de sus máquinas electorales, de los partidos políticos mayoritarios que han llegado a la desfatachez de no permitir ni siquiera a los periodistas afines que elaboren su información sino que les imponen, con el beneplácito de los directores de los medios, sus “informaciones” ya manipuladas.

En estas condiciones  se no pide a los ciudadanos que acudamos a las urnas, habiéndose convertido las elecciones en una trifulca mediática, sin el menor ánimo de cambio en las actitudes, en la forma de gobernar o en la defensa de los intereses ciudadanos. Unos y otros son caras de la misma moneda. Todos ellos practican la representación. Lo que los diferencia es la forma en como interpretan sus papeles. Unos son más profesionales en su actuación. Los otros, meros payasos.