jueves, 22 de septiembre de 2011

LA PLAGA DE LOS "SISEÑORES"

Un “siseñor” es como una langosta: se reproduce a gran velocidad, se protege entre el grupo y destruye todo lo que encuentra a su paso. Por esa razón hay que evitarles. Pero he aquí nuestro problema al comprobar que eso no resulta nada fácil pues el “siseñor” se multiplica a tal velocidad que cuando uno percibe su presencia ya resulta demasiado tarde.

Usted puede estar casado o casada con un “siseñor” y no haberse dado cuenta todavía;  trabajar con un “siseñor”, en ese caso ya lo sufre en sus carnes y poco puedo yo contarle que usted no sepa; incluso aquellos que dirigen su país, poco importa el signo o color, pueden ser auténticos “siseñores”. En ese caso usted también sabe de qué estoy hablando. 

Un “siseñor”, como su propio nombre indica, es un ser humano copiado a imagen y semejanza de aquellas mascotas de adorno que solían llevar los coches en su ventana trasera, en forma de animalitos, generalmente perros o gatos, que ante la menor brusquedad o frenazo bamboleaba su cabeza de arriba abajo. El “siseñor”, aún siendo humano, copia el gesto de estas mascotas y ahí radica su mérito. En decir siempre si aun cuando haya que decir no.

Gran parte de nuestra estructura social, empresarial y política está en manos de “siseñores”, por esa razón nos encontramos en esta orfandad política, ante esta incapacidad de enfrentar los graves problemas que tenemos. 

Los “siseñores” responden a su tamaño: pueden ser pequeños o grandes. Cuanto más “siseñores” son mayores son también las prebendas que reciben, generalmente en forma de bonus, sueldos millonarios o comisiones. Porque el “siseñor” es ante todo un ser nocivo: nocivo para el grupo, nocivo para quienes le rodean y hasta nocivo para sí mismo. Los “siseñores” han desarrollado una gran capacidad de aferrarse a todo lo que pueden, por esa razón resultan tan complicado librarse de la plaga.

Se trata de buena gente, siempre con una sonrisa, que presumen de su propia debilidad, afables con el que tienen encima, inflexibles con el que está debajo, quizás por esta razón siempre están encima. Unos les llaman “ejecutivos nocivos”, otros “killers”, y quienes les mandan se refieren a ellos como “talentos”. Pero hay que tener poco para tener un cuello que tan solo se mueve en sentido vertical, ahora hacia arriba, ahora hacia abajo. Los “siseñores” no opinan, tan solo se limitan a hacer felices a su señor. Por eso están donde están.

Para que los “siseñores” existan ha habido antes que exterminar, laboralmente hablando, a la gente con juicio, experiencia y criterio. Y esto, en gran parte, ya se ha hecho. De ahí la gran carencia de cerebro en casi todo lo que nos rodea, hasta tal punto de no reconocer nuestra sociedad o afirmar, simplemente, que está del revés.

Caminamos no cabeza abajo sino con la cabeza baja, eso es lo que más le gusta al “siseñor”. Nuestras industrias son difícilmente competitivas, los trabajadores todos los días son despedidos y a nuestra clase política le falta capacidad de reflexión, si nos fiamos de los que dice Alfonso Guerra, y le sobra ineptitud, si lo hacemos de las palabras de Juan Luís Cebrían.

Por esa razón vamos cuesta abajo. 

Unos lo llaman falta de competitividad, otros sometimiento al poder económico y todos hablan de la falta de personas que dirijan el país, las empresas, el gobierno, la Unión Europea. Es decir el barco está sin rumbo y el capitán está de copas. Por esa razón los “siseñores” se han hecho con los mandos. 

Es como el chiste del avión estrellado.

Cuando van a rescatar la caja negra para averiguar lo que ha sucedido encuentran a un único superviviente: un mono. Le preguntan si ha visto al capitán, y el mono gestualmente responde que estaba tomando unas copas; le preguntan por la tripulación y el chimpancé hace un gesto apoyando ambas manos sobre un lado de su cabeza diciendo que estaban durmiendo. Horrorizados, los inspectores, le dicen al mono en donde se encontraba él en el momento del accidente para poder saber todas estas cosas y el  mono se aferra a un volante imaginario y comienza a simular que pilota el avión. Eso es lo que nos está ocurriendo, estamos en manos de un mono y nos vamos a estrellar.

Solo cabe llamar urgentemente al capitán y que ocupe su puesto pero la realidad es más trágica que la ficción porque al capitán hace tiempo que lo han arrojado por la borda, así como a los pilotos. Por lo tanto solo nos queda el mono.

Y al mono lo mismo que al “siseñor” no se le puede pedir ni criterio, ni determinación. Estas cualidades son la criptonita del “siseñor”, lo que les vuelve débiles e ,incluso, puede llegar a exterminarles. 

Dejemos, pues , que el “siseñor” eche a sus compañeros a la calle, que destruya la educación, la sanidad (naturalmente también hay “siseñoras”), que venda Repsol a precio de ganga al mejor postor, que privatice lo que quiera, y quiere mucho; o que supervise los textos de los periodistas de RTVE  

“Siseñores” del PP, del PSOE, de CIU, de ERC, de CC.OO este texto ha sido escrito sin su supervisión. Si por casualidad encuentran en una de esas al mono que dirige todos sus movimientos, ya saben, flexionen bien el cuello: de arriba abajo.

martes, 20 de septiembre de 2011

EL SHOW DE LOS MERCADOS

Mientras nos tienen entretenidos con el “show de los mercados”,  con la inestimable ayuda en la puesta en escena  de los grandes medios de comunicación, el lobby internacional más destructor del mundo sigue creando pánico entre las clases medias europeas y condena a la clase trabajadora a la pérdida de todos los derechos conseguidos tras dos guerras mundiales, un precio que los trabajadores tuvieron que pagar muy alto, con decenas de millones de muertos. 

La destrucción de puestos de trabajo en todos los sectores ha creado tal pánico entre la población que está condicionando la propia recuperación económica. El capital no se basta para consumir sus propios productos y los consumidores o se han retraido por miedo a lo que pueda pasar en un futuro cercano, dejando de gastar, o simplemente no tienen ni un duro para hacerlo. Y no es solamente el paro uno de los problemas que frenan la salida de la crisis sino algo mucho más desesperanzador: la constatación de que entre los trabajadores está creciendo cada vez más el llamado “trabajador pobre”, es decir aquel que tiene un trabajo pero que no gana lo suficiente para llegar a mantenerse hasta fin de mes. Trabajadores precarios que aumentan cada día más como resultado de los pactos a los que llegan sindicatos, empresarios y gobierno en materia sociolaboral.

Frente a esta destrucción masiva de trabajo o al trabajo precario vemos a diario como se multiplican los expedientes de regulación de empleo en empresas que declaran enormes beneficios, tal es el caso de PRISA o de TELEFONICA (MOVISTAR). En el primero de los casos, Prisa presentaba un balance económico positivo de algo más de 11 millones de euros y en el segundo, Telefónica, 6.755 millones de euros. En ninguno el Gobierno ha impedido la puesta en marcha de estos expedientes de regulación, permitiendo que al tiempo que Prisa va a desprenderse de 2.500 persona y Telefónica de 6.500 trabajadores, sus directivos duplican o triplican sus sueldos y sus bonus quizás por el triste mérito de externalizar sus servicios y deslocalizarlos a áreas del mundo en donde se pagan sueldos de miseria.

Alierta, es el ejecutivo de su sector mejor pagado, con 8,6 millones de euros más un fondo de pensiones de infarto, mientras sus consejeros y directivos se embolsan más de 42 millones de euros anuales. Lo mismo que el grupo Prisa que reparte entre sus 16 consejeros más de 10 millones de euros.

Este ejemplo está siendo seguido por numerosas empresas españolas que han visto en la crisis su gran oportunidad para deslocalizar empleo, expulsar trabajadores, reducir salarios y poner a sus pies al poder sindical, incapaz de una contestación efectiva o sencillamente anclados en ese papel de la declaración televisiva o la manifestación callejero festiva, excluyendo las acciones que ahora han quedado en manos de los jóvenes del  15 M.

martes, 6 de septiembre de 2011

¡DIOS MIO, NOS HEMOS EQUIVOCADO!


Un error de bulto pudo haber llevado a analistas y expertos de la economía mundial a cometer el mayor error de sus vidas. Atemorizados por el gran impacto de la crisis financiera mundial determinados políticos y sus asesores económicos se lanzaron inmediatamente a auxiliar a las entidades en bancarrota para así evitar que en su caída pudieran arrastrar al sistema económico mundial, globalizado e interdependiente entre sí. Algo así como si ante una gran epidemia los gobiernos se fijaran antes en el los laboratorios farmacéuticos que en los enfermos y en lugar de acudir de inmediato en ayuda de los ciudadanos se apresurara a inyectar su capital en las multinacionales que han creado el virus mortal. 

Esta alarma mundial ante la crisis financiera ha tenido dos efectos: por un lado debilitar enormemente las reservas de los Estados y por la otra supeditar sus decisiones políticas al terreno económico. Un regalo impagable para el capital financiero mundial que enseguida se ha hecho con las riendas de todo y es quien de verdad está administrando la crisis sometiendo a países completos y destruyendo millones de puestos de trabajo en toda Europa. 

Los responsables primeros de todo esto han sido los políticos que se han dejado abducir por los gurús del mundo financiero y por sus empresas de calificación de riesgo: políticos lobotomizados e ignorantes, desconcertados ante la debacle económica de una docena de entidades bursátiles con centro del Wall Street. 

Hoy vemos como el presidente Obama  arremete contra estas entidades acusándolas de engaño y el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, no duda en afirmar que todo ha sido una gran equivocación de los gobiernos pues lo que realmente, a su juicio, había que haber hecho era salir de inmediato en ayuda de los parados y no dejarse impresionar por la deuda externa de los países en problemas. 

A buenas horas mangas verdes. 

Ahora ya nos encontramos en caída libre en un pozo sin fondo. 

Los ciudadanos asistimos con estupor y miedo al desconcierto de los políticos, a su incapacidad para salir de esta crisis, a su propio pavor cuando los llamados mercados hacen temblar las bolsas de todo el mundo o las agencias de calificación poner a los países al borde del rescate. 

A estas alturas hasta el más tonto sospecha que todos los sacrificios impuestos a la población más débil económicamente hablando no han servido para arreglar nada y menos para satisfacer los deseos insaciables de la economía financiera empeñada en someter a la economía real a sus dictados y convertir a los trabajadores en meros peones de un juego que desconocemos hasta donde y cuando ha de terminar. 

Ahora el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional nos anuncian otra crisis de enormes dimensiones. No nos dicen cual es la causa. Tan solo hablan de la deuda soberana como si esta fuera la causa de todos los males y no al revés. Tal y como dice Joaquín Estefanía en el diario “el País”: “La crisis es la que ha causado el déficit y la deuda pública, no han sido el déficit y la deuda pública quienes han traído la gran recesión”

Resulta penoso y lamentable observar la escasa preparación de nuestros políticos que se entretienen en discutir la limitación del gasto en las comunidades autónomas (a partir del año 2.020) aduciendo que se trata de un golpe de estado contra la sociedad el bienestar y contra el gasto social obviando en su debate el nudo gordiano de todo que no es otro que la forma en cómo se reparte el presupuesto. Felipe González dice que lo que realmente define el gasto social no es el límite en los presupuestos sino “la prioridad que se le dé a una cosas y otras”.   

“¿Mira que si se llegan a haber equivocado?”, murmuran políticos, periodistas y economistas en las comidas-tertulia de estos días. Y mientras tanto, atónitos, aguardamos el siguiente golpe que nos va a asestar el enemigo invisible, al que unos llaman mercado y otros poder financiero mundial, como quien aguarda una catástrofe natural inevitable.