Ni de izquierdas ni de
derechas. El “nuevo” movimiento será de todos o no será. De todos aquellos que
luchen contra la corrupción, los recortes en sanidad y educación, la pobreza
energética, los desahucios y los políticos profesionales constituidos en “casta”,
en una nueva clase dominante. Y en esa noble causa no se rechazaba a nadie. Es
decir, la ideología quedaba en el trastero pues Podemos se presentaba como el
aire nuevo que este país necesitaba. Si porque, según decía el apóstol de este
nuevo movimiento, el politólogo Pablo Iglesias, de lo que se trata es de
derribar las viejas estructuras para que en su lugar nazca una nueva forma de
hacer política.
Eso es lo que hemos
entendido la mayoría de los españoles y por esa razón se juntaron cinco
millones de votos.
Si el discurso hubiese
sido más político, poner el énfasis en el derecho de la autodeterminación de
los pueblos de España, en su derecho a decidir por encima de la Constitución o
en como ocupar las estructuras de poder, controlando los servicios de
inteligencia, los medios públicos de comunicación, el poder judicial y el poder
político, les puedo asegurar a todos ustedes que el éxito electoral de Podemos
en la pasadas elecciones no se habría producido. Y para afirmar esto no
necesito ser politólogo, ni profesor destacado en una Universidad española,
y mucho menos uno de los líderes del
movimiento Podemos. Tan solo me hace falta un poco de sentido común que creo
que es lo que ahora le falta al grupo dirigente de este partido político.
No se entiende ese
cambio de actitud de última hora. Ese afán de atrincherarse en la vieja forma
de concebir la izquierda, de perseverar
en la necesidad de ocupar sillones en el gobierno, de defender los
nacionalismos a ultranza. No se entienden estas tres negaciones de Pablo. Unos
dicen que se trata de estrategia política, ya que él es una persona muy lista y
sabe muy bien lo que hace. Otros le acusan de egocentrismo y prepotencia.
Incluso existen también analistas que le ven más sibilino de lo común y
aseguran que en el fondo todo lo que estamos presenciando estos días no es más que una representación y que Pablo Iglesias
y Pedro Sánchez ya hace muchos días que han llegado a un acuerdo y que se han
repartido el poder a su antojo.
Yo, como podrán leer
en mis anteriores escritos, creo simplemente que no nos merecen. “Todos, al
suelo que han llegado los nuestros” o “Que gane el peor” ya anticipaba lo que
presumiblemente vamos a ver y a vivir. Unas nuevas elecciones con un electorado
de izquierdas cansado y desilusionado y un electorado de derechas que intentará
de nuevo llegar al poder para manejarlo a su antojo. En ese caso se cumpliría
la peor de las profecías que no es otra que la llegada de la peor de todas las opciones,
de nuevo, al gobierno. ¿A quién creen
ustedes que se lo tendríamos que agradecer?