Esta palabra me está dejando sin amigos. Unos, alcanzados de lleno por la crisis, han abandonado España en busca de oportunidades en otras tierras: Argentina y Alemania. A otros he dejado de frecuentarlos por haberse quedado ciegos, por haber perdido la mirada crítica y declararse afectados cuando sus ingresos no bajan de los cuatro mil euros mensuales mientras gran parte de la población subsiste a duras penas. Como os decía, por defecto o por exceso tiendo a quedarme solo. Y es que la crisis nos está poniendo a todos en nuestro sitio. Ya no sirven las medias tintas, ni las sonrisas inútiles, ni las frases amables.
Estamos en el tiempo de llamar a las cosas por su nombre. De decir que la tragedia de unos tiene mucho que ver con el egoísmo de los otros. De hablar de falta de valores, de la ausencia de todo tipo de ética, de la desfatachez y hasta del delito. Sí, porque tiene delito que al tiempo que le congelan el sueldo a los pensionistas, se lo rebajan a los funcionarios y se lo arrebatan a gran parte de los trabajadores, un selecto y minúsculo grupo de caras y de voces, líderes de opinión pertenecientes a los medios de comunicación, se embolsen sueldos millonarios mientras hablan con todo desparpajo de la crisis y sus efectos.
Se trata de periodistas, de presentadores y de presentadoras, de actores, de tertulianos y de tertulianas, todos ellos amparados por el secretismo que rodea a sus enormes salarios mientras ofician de gurús de casi todo: desde la prima de riesgo hasta los eurobonos, desde el cambio de gobierno hasta el rumbo que ha de llevar la economía. Gorjean y gorjean y por cada minuto de su tiempo llueven los euros en sus cuentas corrientes.
Conocemos los sueldos y el patrimonio de nuestros políticos; el presupuesto de la Casa Real; lo que cobra el Presidente del Gobierno y sus ministros, así como sus gastos de representación; los sueldos y los bonus de los altos ejecutivos de la banca española; lo que cobra este o aquel deportista de élite; también podemos discutir si Urdangarín ha de ser imputado o no por la justicia sin embargo hay algo de lo que nadie habla, un tema tabú que representa un secreto para todos los ciudadanos, que son los altísimos salarios que perciben “las estrellas” y los directivos de los medios de comunicación: sus informaciones interesadas, sus opiniones interesadas y sus pactos encubiertos con los poderes políticos y económicos.
Pocos conocen el montante al que ascendió la indemnización del periodista Ernesto Saénz de Burugaga durante su etapa al frente de Antena 3 Televisión, quienes le conocen dicen que percibió nada menos que mil millones de las antiguas pesetas y que algo similar era lo que anualmente “ganaban” Luís del Olmo o José María García. Y a la zaga, pero no por mucho, estaban Iñaki Gabilondo, Carlos Herrera o Jiménez Losantos. Sería interesante conocer la verdad y ver hasta que punto las "fuentes bien informadas" están en lo cierto o nó.
Estamos hablando de cifras de infarto y de escándalo que los ciudadanos y las ciudadanas tienen derecho conocer.
Cuando usted ve o escucha a un conocido periodista inquirir a un diputado por su sueldo ha de saber que quien hace estas preguntas obtiene por ello remuneraciones astronómicas. Es muy probable que ni Mariano Rajoy ni Pérez Rubalcaba puedan equiparar sus patrimonios y sus dineros con los del periodista que se les ha puesto enfrente para hacerles todo tipo de preguntas y sin embargo es a los políticos a quienes se les exige una moral recta y unos gramos de sentido democrático mientras “el cuarto poder” se mantiene en la sombra. Ese poder que se cree con la capacidad de tumbar gobiernos o incapacitar a ministros, de sentenciar a unos y a otros.
¿Cuántas veces le dobla el sueldo al presidente del Gobierno un hombre como Pedro J. Ramírez? ¿Lo sabemos? ¿Lo queremos saber? ¿Lo debemos saber? Y así me extendería a una larga lista en la que figuran otros conocidos periodistas de ambos sexos pues en esto no hay cuotas.
No son pocas las “estrellas” o las “caras conocidas” en los medios de comunicación que encubren auténticas fortunas bajo nombres de sociedades que les permiten desgravaciones que no están al alcance del vulgar de los ciudadanos así como una menor presión fiscal.
Cualquier tertuliano asiduo a varias “mesas de opinión” percibe mucho más que el director de un gran hospital o el rector de una Universidad de renombre; que un gran cirujano o un excelente investigador. Y qué decir de los presentadores de los llamados “programas basura”. Ellos y ellas, o los esperpentos que acuden a sus tertulias, llegan a percibir cientos de miles de euros que algunos y algunas se vanaglorian de evadir al fisco sin que este haga nada por investigar la procedencia de esos altos ingresos. Dicen que el caso de Belén Esteban es uno de los más llamativos.
Los presentadores de programas basura, del corazón, de los Telediarios, o de los más insignificantes magacines matutinos reciben por su trabajo salarios que oscilan entre los 20.000 y 60.000 euros mensuales. La chica o el chico más desconocido- todos ellos intercambiables o sustituibles- caras bonitas que leen los textos en autocue redactados por periodistas que perciben bajos salarios, ganan más que el mismísimo presidente del Gobierno.
¿Por qué razón los ciudadanos se indignan legítimamente con sus banqueros o con sus políticos y sin embargo disculpan a sus futbolistas y a las “estrellas” que año tras año ingresan millones de euros a través de sociedades o los evaden a paraísos fiscales?
¿Sabía usted que un actor o una actriz de alguna serie de éxito en la televisión puede “ganar” más de treinta mil euros por capitulo, es decir a la semana? Hagan la cuenta, lo que pueden haber “ganado” algunos de sus personajes favoritos en series que llevan en pantalla unos años.
Lo mismo que pedimos transparencia a la Casa Real, al Congreso de los Diputados o al Gobierno de la Nación, de la misma forma tendríamos que exigir que se hicieran públicos los sueldos millonarios que se pagan en los medios de comunicación.
Resulta sorprendente como los sindicatos y los partidos políticos, tanto a la derecha como a la izquierda, guardan un cómplice silencio respecto a esto. ¿Cuando se habla de transparencia, de que se habla?
Un país en el que prima más una buena voz o una bonita cara que esas manos mágicas que salvan vidas o la transmisión del conocimiento o la investigación sobre el cáncer y tantas otras enfermedades es un país en crisis, en una crisis profunda de valores que generalmente es la que generan esos monstruos con los que nos hemos acostumbrado a convivir que no son otros que aquellos y aquellas que se creen con todo el derecho de ponerse por encima del derecho y de la moral para por medio de editoriales de prensa, opiniones en la radio o en la televisión , extender la idea de que todos los políticos son igualmente corruptos y mentirosos y que la sociedad en su conjunto está experimentado una enorme pérdida de valores.
Uno de mis amigos, dice que “España es una mierda” mientras gestiona cuatro cuentas corrientes en varias entidades bancarias y un buen patrimonio que no baja de varios millones de euros. Naturalmente él es un líder de opinión de los medios de comunicación, un lector de este blog y desde hoy otro de mis ex.