martes, 17 de abril de 2012

ENTRE ELEFANTES ANDA EL JUEGO

El futuro de la monarquía en España parece depender de un elefante. El 23 de febrero de 1981 se trató de un elefante blanco que se paseaba por todo el país, comía en las mesas de algunos políticos, visitaba la Zarzuela y estuvo a punto de tumbar la democracia. De una trompada aquel elefante blanco estuvo a punto de llevarse por delante la Corona. Nunca supimos quien se ocultaba tras aquel paquidermo. El Rey nunca nos lo contó y así volaron los rumores que todavía no se han disipado a pesar del paso de los años.

Otro elefante entró a formar parte de la familia real y como en cacharrería puso en gran aprieto a la infanta Cristina y a la Corona. Este si tiene nombre, se llama Urdangarín y se dedicó a pasar la bandeja por Comunidades Autónomas regidas por el PP, obteniendo millones de euros de forma indebida. Ahora el socio de Urgangarín dice que previamente el Rey realizaba unas llamadas a los presidentes autonómicos recomendando a su yerno. El juez tiene la última palabra.

No un elefante pero si una trompa real puso en un buen aprieto a la Zarzuela. Esta vez se trataba de los amores del Rey. El monarca se separó de la reina y permitió la entrada de su nueva pareja, Corinna, en los recintos del Estado, en el Palacio del Pardo, en donde esta reside o al menos residía hasta hace bien poco. 
El alejamiento del Rey de determinados asuntos propios del Jefe del Estado y sus ausencias de actos oficiales o familiares se explicaban por los numerosos viajes de la nueva pareja fuera de España. La reina Sofía y el rey Juan Carlos aparecen juntos ante la galería pero ya hace años que no viven juntos. Y muchos nos preguntamos porque el Rey no deja sus obligaciones en manos de su hijo y se dedica a hacer lo que le venga en real gana. Pero el Rey intenta, de nuevo, estar en misa y repicando. 

Finalmente el elefante de Botswana, que no era blanco ni negro, aburrido de servir de atracción turística en una reserva de África se ve perseguido por un monarca europeo que le dispara insistentemente hasta que el pobre dobla las patas y es abatido. Quien le iba a decir al elefante de Botswana que el cazador, horas más tarde, se iba a dar un gran trompazo en un escalón y a romperse la cadera. 

El Rey patinaba de nuevo, conocidos son sus tropiezos. Todos los españoles se enteraron de que aquel que decía perder el sueño por la crítica situación económica que pasaba su país,  perseguía a elefantes por las reservas africanas gastándose un pastón de los presupuestos del Estado en sus correrías particulares. ¿O acaso estas juergas las pagaban sus amistades? 

Y se abrió la veda: ¿sabía el gobierno en donde se encontraba el Rey? Esta y otras preguntas rondan por los medios de comunicación mientras por las redes sociales la imaginación popular cuenta chistes de elefantes y de reyes o circulan escritos acerca de negocios ocultos, de novias ocultas, o de amistades peligrosas. 

Eso, entre elefantes anda el juego.

miércoles, 4 de abril de 2012

LA DEUDA

Crece y crece sin cesar. Hoy hemos sabido que tan solo los intereses de la deuda española ascienden al año a cerca de treinta mil millones de euros. Mucho más de lo que le cuesta al Gobierno mantener a los funcionarios, pagar las pensiones o el seguro de desempleo. La deuda crece mientras se merman los derechos sociales y laborales y se intenta arramblar con el estado del bienestar que ya se está convirtiendo en España en el estado del cabreo generalizado. Sobre todo si nos atenemos la última encuesta del CIS que refleja que el 88,6% de los españoles creen que la situación económica es grave o muy grave. 

La deuda que asfixia a España y a otros países europeos es una soga que nos han puesto al cuello los responsables del gansterismo financiero internacional y sus comparsas, a saber: la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Europeo. No es usual este lenguaje en mí. Sé que me interno en la parrafada panfletaria y apocalíptica pero no se me ocurre algo mejor para expresar con claridad lo que a juicio de muchos está sucediendo. 

En el año 2008, que es cuando estalla la gran crisis financiera en los Estados Unidos para contagiar a Europa, Goldman Sachs juega con fuego y lo cierto es que no solamente no se ha quemado sino que ha abrasado a paises completos. Primero haciendo de bombero incendiario, pues al mismo tiempo que parecía intentar capear la debacle financiera ocasionada por una política neoliberal desmedida, apostaba, en bonos negociables en el mercado , por el desastre europeo de determinados países ganando con ellos en esa ruleta diabólica miles de millones de dólares. Y hoy se presenta como uno de los grandes beneficiarios del gran negocio internacional de la deuda sin que ningún político o economista de prestigio denuncie a esta entidad financiera internacional ante los tribunales internacionales.

 La deuda soberana se ha convertido en el gran negocio mundial a costa de enviar al paro a millones de personas y empobrecer a sociedades enteras. La banca española ha obtenido en los últimos meses 110.000 millones de euros de préstamos del Banco Central Europeo, al tiempo que aumenta sus comisiones , niega el préstamo a empresa y particulares, reparte beneficios entre sus accionistas y bonifica de forma millonaria a sus directivos. La banca española pide prestado al Banco Central Europeo a un interés del uno por ciento para financiar las deudas de los países en problemas al cuatro a cinco por ciento. Esos casi treinta mil millones de pesetas que el Gobierno español ha de pagar de intereses por su deuda revierten en la banca a la que a su vez el Estado ha engordado con cientos de miles de millones de euros. ¿Incomprensible? No. En absoluto. Sencillamente es que usted y yo somos unos completos idiotas.

El juego no tiene nada de complicado. Tan solo consiste en creer que los ciudadanos son fácilmente manipulables por los medios de comunicación, que forman parte del entramado, y que los políticos- ya sean Gobierno u oposición- seguirán el paso de la música que se toque en cada momento. Y así, mientras se saquean economías y sociedades completas para enriquecer a unos cuantos, los gánsteres, internacionales y  nacionales, todos los tenemos ya en nuestros propios países, el común de los mortales, el que se niega a creer que todo sea tan perverso y maquiavélico, sigue confiando en que pronto pasará la tormenta y en pocos años las aguas volverán a su cauce, es decir, que volverá la calma para quienes poco o nada tienen. 

¿Saben ustedes a cuánto ascienden los beneficios de la banca internacional o de la banca europea en el gran negocio de los intereses de la deuda? No, ni lo saben ni lo sabrán. Quédense tan solo con las subidas de las primas de riesgo, los presupuestos restrictivos que barren hasta los más mínimos logros sociales y el miedo que transmiten los Telediarios en manos de personas obedientes al sistema. Me refiero, claro está, al sistema de los gánsteres que tanto mal y dolor están causando a cientos de miles de personas.

Debo de recordar a algunos de mis lectores, los que me piden que minimice mi enfoque pesimista o alarmista que cuando hace años, no muchos, ya hacía estos o parecidos análisis en mis artículos o programas de televisión, ellos y ellas tomaban mi juicio como exagerado, pues bien, si de algo puedo culpar a aquellos que en su día me lo contaban, voces muy acreditadas en contra de la forma en cómo se estaba globalizando el mundo, y a mí mismo, es el de habernos quedado todos muy cortos, el de no haber sabido  que todo aquello que algunos creían exagerado iba a ser superado en muy poco tiempo. Mi recuerdo, desde aquí, para el buen amigo, José Saramago, y el agradecimiento por su persistencia- el también nos advirtió pero pocos le escucharon- al decirnos que la democracia estaba desapareciendo ante nuestro ojos, y también por su  hoy indispensable ensayo de la ceguera.