Un “poder invisible”, capaz de terminar con nuestra forma de vida tal y como hoy la entendemos, se extiende por Europa y amenaza al mundo. Un poder que ninguna de las poderosas armas de la democracia es capaz de detener. Ni los organismos en los que Europa está representada, como la UE, ni los jefes de Estado o de Gobierno: nadie les hace frente.
Han llevado a la bancarrota a tres países de Europa: Irlanda, Portugal y Grecia y amenazan con enormes primas de riesgo a España e Italia. Se trata del golpe de estado más importante del siglo XXI. Un golpe de estado mediático, político y económico pues sin la complicidad de estos tres poderes hubiera sido imposible el haber llegado a esta situación.
Los medios de comunicación, imponiendo el miedo y llevando al convencimiento de los ciudadanos de que ellos son los principales responsables del desastre por haberse endeudado demasiado. Una deuda contraída bajo la presión de los bancos que nos bombardeaban día tras día con folletos y llamadas telefónicas para que ampliáramos todavía más nuestras hipotecas, nos compráramos el coche último modelo o viajáramos a plazo a las lejanas islas de leyenda. Una deuda cuando menos inducida. Ese era el modelo de vida americano, de endeudamiento infinito, que debíamos de imitar y reproducir.
Poco espacio tiene en la prensa, en la radio o en la televisión el comportamiento descarado de los banqueros, sus escandalosos sueldos, los beneficios de las entidades financieras.
En medio de una gran crisis propiciada por el capital financiero mundial los Estados se doblegan y abren sus arcas para financiar a aquellos que se esconden detrás de las siglas de bancos y entidades de crédito y de préstamo
Los medios de comunicación, tan solo transmiten escuetamente el mensaje del gran capital , ignorando a los pueblos y a las gentes y no explicando lo que está ocurriendo: por qué nos está ocurriendo, cuales son las raíces del problema y las causas por las que el tsunami financiero hubiera llegado sin previo aviso aún cuando la gran ola especulativa se veía venir desde hace tiempo. Primero con la burbuja tecnológica (las locuras de las empresas ligadas a internet) y más tarde con la burbuja inmobiliaria (precios disparatados y desorbitados en la vivienda)
El silencio y la ocultación de los medios unido al consentimiento de los políticos que nos gobiernan, a su incapacidad para ofrecer una salida, a su sometimiento a un poder que nos dicen que es “invisible”, es lo que está creando el pánico entre la población.
Pánico al observar que todo lo que nos están diciendo los políticos a través de los medios de comunicación: que España se ha librado de ser sometida al “rescate” debido a las duras condiciones económicas que está pagando el pueblo español, no el gran capital (se trata de una crisis tan solo para el que poco tiene. Una crisis que está erosionando las clases medias).
Pánico, al ver cómo los organismos europeos dejan hacer a ese enemigo invisible.
Pánico, cuando vemos a nuestro alrededor y comprobamos los grandes destrozos que han hecho en gran parte de las familias: el paro, la falta de expectativas, los expedientes de regulación de empleo, la incertidumbre y las luchas políticas partidistas que crecen en el cuanto peor mejor.
Pánico y sorpresa.
Sorprende que ni tan siquiera los países perjudicados por ese poder al que gustan en llamar “invisible”, es decir: Portugal, Irlanda, Grecia, España (los denominados PIGS) no se hayan reunido ni una sola vez a nivel de sus jefes de gobierno para tomar iniciativas serias frente a quienes están hundiendo sus economías, la confianza en sus políticos, el futuro y el presente de sus pueblos.
Tanto silencio, tanta inacción, se está convirtiendo a ojos de muchos en una actitud muy sospechosa.
Los derechos democráticos se pisotean (el derecho a una información veraz, a una vivienda digna, a un trabajo etc.) y los mecanismos de vigilancia parecen no haber existido o haberse obstruido dejando a los ciudadanos en manos del poder económico y mediático, es decir de un poder no representativo.
Ahora nos dicen que estamos de nuevo a punto de la quiebra, que nuestra prima de riesgo ha crecido enormemente y eso en apenas unas semanas. ¿No había dicho la ministra de Economía que los sacrificios estaban dando sus frutos y que las cuentas iban razonablemente bien? Cierto es que al misma ministras nos hablaba hace algo más de un año de “brotes verdes” de recuperación, antes de bajar el sueldo a los funcionarios y congelar las pensiones de más de ocho millones de jubilados.
No hay brotes verdes ni para España, ni para Europa, ni para el mundo. Si no se le hace frente a la voracidad sin límites del poder financiero no hay futuro para los pueblos.
La Organización Mundial del Trabajo (OIT) habla ya de casi 13 millones de personas sometidas a la voluntad de las redes criminales internacionales que controlan ya en muchos países la prostitución, los servicios de limpieza, el trabajo ilegal, el trabajo esclavo y la explotación de la fuerza de trabajo en numerosos sectores de la producción. A nadie sorprende ya el conocer la reacción de la mafia en Italia con una huelga salvaje de limpieza en Nápoles para hundir al recientemente electo alcalde de la ciudad.
El trabajo esclavo y los trabajadores pobres (aquellos que a pesar de tener un trabajo remunerado no pueden llegar a fin de mes) aumentan a pasos agigantados en Europa. En la Europa de las libertades, en la Europa de los derechos, en la Europa del bienestar. Y ahora en la Europa de los mercados, en la que Mario Draghi va a ser nombrado muy pronto gobernador del Banco Central Europeo.
La zorra en el gallinero.
El encargado de aplicar el castigo más severo a Grecia por falsear sus cuentas no va a ser otro que el falsificador. Mario Draghi era vicepresidente del Goldman Sachs cuando esta entidad encendía el fuego de la crisis mundial al mismo tiempo que apostaba gran parte de su capital en que el incendio que se iba a producir sería un éxito, como así fué para unos pocos, entre ellos Mario Draghi.
El pirómano bombero encargado de maquillar las cuentas griegas será muy pronto la máxima autoridad del BCE. Para que luego hablen de "poder invisible".
La zorra en el gallinero.
El encargado de aplicar el castigo más severo a Grecia por falsear sus cuentas no va a ser otro que el falsificador. Mario Draghi era vicepresidente del Goldman Sachs cuando esta entidad encendía el fuego de la crisis mundial al mismo tiempo que apostaba gran parte de su capital en que el incendio que se iba a producir sería un éxito, como así fué para unos pocos, entre ellos Mario Draghi.
El pirómano bombero encargado de maquillar las cuentas griegas será muy pronto la máxima autoridad del BCE. Para que luego hablen de "poder invisible".