martes, 15 de diciembre de 2015

EL DEBATE DE AYER

La sensación ha sido lamentable y penosa. El debate electoral televisado que enfrentó a Mariano Rajoy y a Pedro Sánchez, en base a una fórmula agotada, puesta en marcha con éxito por el moderador Manuel Campo Vidal veintidós años atrás, nos ha mostrado a los españoles que tuvimos el valor de mantenernos esas dos horas frente al televisor que el bipartidismo es una fórmula demasiado estrecha para entender los nuevos rumbos de la política española. Lo que vimos fue la versión de una España antigua, con un moderador trasnochado, y una Academia de Televisión hecha a la medida de Manuel Campo Vidal que ha demostrado estar tan gastada como él. El empeño de no renovarse, de seguir rindiendo culto a un formato de 1993 inspirado a su vez en otro de hace medio siglo – el debate que enfrentó a Nixon y a Kennedy en 1960-  se ha llevado por delante en primer lugar al moderador, Manuel Campo Vidal, a quien no creo que vuelvan a permitir tamaño desaguisado, y no ha favorecido en nada a los políticos intervinientes para regocijo de sus otros rivales, Rivera e Iglesias que confirmaban así que lo viejo había terminado y que una nueva era política se abre en España a partir del 20 de diciembre de 2015.

Sin querer entrar en detalles ni hacer leña del árbol caído, tan solo ofrecer unos datos para los menos informados. Que la Academia de Televisión no es la blanca paloma que Manuel Campo Vidal gusta de repetir. Nació en los despachos de Antena 3 Televisión, con el beneplácito de Antonio Asensio, con la finalidad de hacer una gala anual y premiar los mejores programas de la televisión en España, por supuesto poniendo el acento en los de Antena 3 Televisión. De esta primera singladura se encargó Jesús Hermida, un profesional cuyo personaje  terminó engulléndole a él mismo. La Academia de Televisión ha tenido mejores y peores momento en su historia, con intentos serios por parte de algunos profesionales en convertirla en lo que hoy no es, un lugar donde refugiarse para algunos, una tarjeta de visita para otros, o una plataforma para proyectar la propia figura de su presidente.

No sé si como dijo Pablo Iglesias, Manuel Campo ha oficiado de enterrador, pero lo que si me pareció cuando las cámaras nos ofrecían el plano general de la  sede de la Academia,  es que los participantes en el debate, tanto Rajoy como Sánchez, entraban en un tanatorio, bajo los paraguas del moderador y del realizador del debate.