jueves, 19 de mayo de 2011

"QUE NO, QUE NO NOS REPRESENTAN"

Esa es una de las frases más escuchadas estos días en muchas plazas de España. Quienes las pronuncian son los llamados “Indignados” y se refieren a los partidos políticos que se presentan a las elecciones.

Miles, cientos de miles de personas, se sienten excluidas del sistema democrático, porque, dicen algunos de ellos, quienes nos gobiernan no tienen ni el poder ni la capacidad de representar al electorado que les ha votado. Entonces ¿para qué votar a quien no puede representarte? Este y otros razonamientos parecidos se podían escuchar ayer en la Puerta del Sol de Madrid, precisamente el mismo día en que la canciller alemana, Angela Merkel, intervenía para decir que las vacaciones de los españoles, los portugueses o los griegos tenían que ser iguales a la de los alemanes. Hila muy fino la canciller alemana pues la diferencia es tan solo de dos días a favor de España mientras que lo que separa el sueldo mínimo de un español del de un alemán es casi el triple a su favor. Claro, de esto la canciller no decía ni palabra. Merkel habla de igualar por abajo, para nada de equiparar los derechos sociales y laborales de una sociedad con otra y menos entrar ya en detalles como que un alemán trabaja menos horas semanales que un español. Bueno, el caso es que nuestros amigos, “indignados” por no tener ni siquiera muchos de ellos tienen sueldo mínimo, ni vacaciones, o trabajan a destajo por un sueldo de miseria. Esta generación sin futuro no comprende porque la canciller alemana se mete en temas laborales de España , de Portugal o de Grecia y no dice ni una palabra de Francia, que ,por suerte, gracias a sus poderosos sindicatos, todavía conservan buena parte de sus derechos. Y menos, comprenden que en estas elecciones tengamos que votar a cualquiera de las siglas que se presentan y no a Angela Merkel, al Fondo Monetario Internacional, a la Unión Europea o al presidente del Banco Europeo, que son en realidad quienes toman las decisiones que nos afectan.

“Que no, que no, que no nos representan”, no quiere decir solamente que los políticos españoles traicionen a su electorado, sino que es tan corto su margen de maniobra que deberían de presentarse ante los españoles a través de la televisión y confesar la verdad. Decir: “miren ustedes, hemos de confesarles que en política económica nosotros no tenemos ya decisión alguna; que el modelo productivo obedece a los dictados del capital internacional al  que a menudo llamamos mercado; que nuestro marco laboral está en manos de los dos grandes países que dirigen la Unión Europea: Alemania y Francia; que nuestra política comercial depende de la Organización Mundial del Comercio y que si contravenimos los deseos de cualquiera de estos poderes pueden destruir nuestro país”. En lugar de eso nos prometen lo que no pueden conseguir y eso sí, nos auguran el desastre si no les votamos a ellos pues cualquier otra posibilidad, dicen  en sus mítines, es mucho peor.  Es decir, se valen del voto del miedo. Por eso , miles de jóvenes y no tan jóvenes, hartos e indignados toman pacíficamente las plazas españolas para que alguien les escuche; para que nuestros políticos enmienden la plana; para que sepan que si quieren luchar ellos les apoyarán pero si se mantienen como meros depositarios de un sistema que les niega el futuro les tendrán enfrente en la calle. 

De eso se trata, de que nos representen. Hasta ahora no se ha escuchado ni una palabra en este sentido. Los dirigentes del PP dicen que comprenden la actitud de estos miles de indignados, no faltaría más, “con lo mal que lo ha hecho el Gobierno”. Los dirigentes del PSOE, les piden su voto crítico para que así impidan males mayores (“porque es mejor votar a un amigo que a tu adversario”) y dicen que al menos ellos les escucharán. Y los dirigentes de IU les dan la razón y se suman al carro para capitalizar el descontento. 

Lo que piden los jóvenes y no tan jóvenes que se han lanzado a las calle el 15-M en toda España es más democracia; que se frene de una vez por todas la perdida de los derechos laborales que tanta lucha, sudor y sangre ha costado obtener durante casi un siglo; que los políticos escuchen al pueblo y no a los banqueros y grandes empresarios que toman las decisiones sin pasar por las urnas.

Estos días escuchamos en boca de nuestros políticos más de lo mismo. Una cantinela aburrida, discursos vacios, frases hechas, las mismas caras, las mismas siglas, las mismas promesas, las mismas amenazas. ¿Por qué será que las encuestas muestran que a gran parte de los españoles no les gusta Rajoy ni Zapatero? 

¿No será porque no nos representan?

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