La destrucción de la naturaleza,
con lo que ello conlleva: contaminación de mares y ríos o la extinción de miles
de especies que son necesarias para el equilibrio en el planeta, como las
abejas y su necesaria polinización: la presencia de los productos químicos y
bacteriológicos en la agricultura, envenenando nuestra alimentación y la de
nuestros hijos, propagando enfermedades mortales y extendiendo los cánceres
como nunca hasta ahora se había visto; la masiva industria cárnica, sobre todo
del ganado vacuno o de los pollos, aumentando hasta límites insostenibles la
contaminación por metano o propagando a través de los piensos manipulados o de
los medicamentos innumerables enfermedades que se transmiten al ser humano; la destrucción de millones de hectáreas de zona
arbolada en todo el mundo, los males que acarrea la mal llamada
globalización, que en esencia no son otros que los que ocasionan las obligadas
migraciones masivas de personas con la desestructuración familiar y social que
están causando originando la perdida de nuestras culturas periféricas. O la
tendencia a que en pocos años la
población mundial se concentre en las grandes ciudades con unos niveles de
contaminación ambientales que provocarán millones de muertes prematuras. Esos con los grandes problemas a los que nos enfrentamos como especie debido a la miopía y al ansia de enriquecimiento rápido de unos pocos a costa de la destrucción del ser humano y del planeta.
A estos problemas es a los que
urge enfrentarse. Y, la verdad, es que no se ve la menor intención de hacerlo
por parte de los políticos o del poder económico. La pasada cumbre mundial del
clima ha sido un fiasco pero aún cuando todos los líderes mundiales se hubieran
puesto de acuerdo para frenar el desastre ecológico y medio ambiental , de nada hubiera servido, habida cuenta de que ya gran parte de los ciudadanos
somos conscientes de que se trata nada más que de una puesta en escena frente
al público planetario, puesto que no existe el menor interés en cambiar el
modelo económico mundial y mucho menos la energía o la capacidad de hacerlo por
parte de los mandatarios mundiales.
Por lo tanto seguimos caminando
hacia la catástrofe. No lo digo yo, ojalá se tratara de la visión de un
pesimista, lo dicen las autoridades mundiales en la materia que se cansan de
repetirlo una y otra vez desde hace al menos dos décadas.
Por lo tanto Feliz 2016 para todos
los hombres y mujeres de buena voluntad que quieran seguir luchando por su
planeta, por su vida y la de los suyos.
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