Si alguien grita a su lado, ¡al ladrón, al ladrón!, desconfíe: acaban de robarle la cartera. De igual forma, cuando se alzan las voces de los “amos de la comunicación” anunciando la muerte del periodismo, en realidad lo que se intenta es ocultar un crimen: el que ellos mismos cometieron hiriendo de muerte al oficio del informador.
Los mandamases de la manipulación y del engaño, quienes cercenaron las mejores cabezas pensantes del periodismo español satisfaciendo las peticiones del poder económico y del poder político en cada momento, esos advenedizos que a golpe de talonario irrumpieron en las redacciones convirtiendo la información en moneda de cambio, los que suplantaron y pervirtieron todas las palabras, llamando investigación a la bazofia, y colocando a menudo al frente de los medios a dóciles y mediocres personajes cuyos meritos consistieron en cortar cabezas y reducir cerebros, en vaciar de contenido los medios y convertirlos en un bazar , utilizando el papel como simple envoltorio de sus cuberterías, edredones y vajillas son quienes hoy dan la voz de alarma anunciando la muerte del periodismo. Nos han robado la cartera y además nos toman por tontos. Lo que agoniza son sus pingues negocios, su forma de entender la información.
No, no teman, el periodismo goza de buena salud, y se expresa a través de ventanas diferentes a las que afortunadamente no llega el poder económico ni el poder político y lo hace con gran salud y fortaleza. Y sobre todo en libertad.
No es cierto que la gente se aleje de la información, todo lo contrario, existe cada vez un deseo mayor de conocimiento que va mas allá de los estrechos parámetros que nos marcan los agonizantes medios. Es posible que la muerte de una forma determinada de entender la información esté cerca, y que los modelos de negocio tengan que buscar otros caminos.
Es posible que las redacciones continúen secuestradas, adormecidas o incluso complacidas con su propia autocensura. Es posible que nos encontremos ante una “generación perdida” de periodistas, pero mientras exista uno solo que se pregunte el porqué de las cosas y que intente darle respuesta comunicándose con la sociedad, mientras exista esa única persona, y les puedo asegurar que hay centenares de buenos profesionales, el periodismo seguirá vivo.
Miles de cadáveres pueblan hoy las redacciones, jóvenes que en precario han de recorrer el espacio que separa su mesa de la de su editor, preguntándose cada día si lo que han escrito será del agrado de su jefe o si por el contrario mañana estarán en la calle implorando un puesto de trabajo. En unos medios que impiden ser investigados y sobre los que se ha instalado un telón de acero que impide a los ciudadanos conocer sus ocultos intereses.
Frente a aquellos que han de escribir al dictado para sobrevivir nacen a diario, al amparo de internet blogs que posibilitan la libertad de información y de expresión, una vía que animo a recorrer a todos aquellos que creen en la información como un derecho ciudadano, que se sienten periodistas de verdad más allá de las limitaciones que toda gran empresa periodística impone sobre sus contenidos.
Aquí nos encontraremos muchos, en esta nueva escuela en la que permanecen vivas las normas del buen periodismo que no son otras que la necesidad de informar con veracidad y con rigor de todo aquello que ocurre a nuestro alrededor; de lo realmente importante, de aquello que a diario se nos oculta y que afecta a nuestro mundo y a nuestras vidas y que pretende ser relegado por las noticias partidistas o los intereses económicos y políticos de una sociedad que necesita el poder acceder a otro tipo de información que también es posible.
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