sábado, 12 de marzo de 2011

LOS VIEJOS TAMBIEN PUEDEN CAMBIAR EL MUNDO

 Dos ancianos, uno en Boston y el otro desde París, mantienen viva la llama de la rebeldía a través de sus escritos para cambiar el estado de las cosas en el mundo. Ambos han sido consultados a través de internet desde los blogs de El Cairo, Túnez, Argel, Marruecos, Omán y otras naciones del mundo. Tienen algo en común: son viejos luchadores por los derechos y por las libertades y propugnan la lucha pacífica contra la dictadura de los sátrapas apoyados por los gobiernos ricos de Occidente y contra la economía financiera que destruye los puestos de trabajos reales en todo el mundo condenando a los más jóvenes a una especie de esclavitud, arrancándoles su futuro, y convirtiéndolos en trabajadores precarios, en mano de obra barata, teniendo muchos de ellos que abandonar sus países para caer en las garras de las grandes empresas que dominan todo el planeta..  Estos dos ancianos, uno de ellos de 83 años de edad, Gene Sharp, que dedica su tiempo a escribir a través de la red y a cultivar orquídeas en un reducido terreno de su chale adosado de Boston, y Stephane Hessel, desde su apartamento de Paris, a sus 93 años, siguen llamando a la "insurrección pacífica" contra el consumismo voraz y en contra de los mensajes enviados a diario por los medios de comunicación, en gran parte secuestrados por el capital financiero o en manos de políticos corruptos o de dictadores despiadados.  Los dos ancianos llaman a la rebelión en todo el mundo y son muchos los jóvenes que les leen o les consultan antes de lanzarse a las calles como un enjambre unido por la red a través de citas y de convocatorias para enfrentarse a los ejércitos y policías bien armados en manos de quienes hasta ahora venían detentando el poder e intentar derribar esos regímenes totalitarios sin más armas que su presencia, su insistencia y el riesgo de quienes ya no tienen nada que perder.  Varios de estos jóvenes se quemaron en las calles para protestar contra el estado actual de las cosas; otros no atendieron a las llamadas de las policías para retirarse a sus casas y murieron allí donde se encontraban. No iban armados, cayeron pero fueron inmediatamente reemplazados por hombres, mujeres y jóvenes que en su vida habían salido a las calles a protestar por nada. Se trata de ciudadanos hartos y desprejuiciados unidos como nunca hasta ahora lo habían estado. Una marea humana recorre el norte de África mientras en las sedes de Bruselas los dirigentes europeos hacen muestra de la más absoluta inoperancia, cuando no comprensión, de las clases dirigentes de uno u otro signo, con el poder constituido y corrupto que estos jóvenes airados quieren derrocar.  Ya nos lo había anunciado hace un año Federico Mayor Zaragoza, una de las voces contra esta forma brutal de entender la globalización: está comenzando el siglo de la gente.  Las ideas comienzan de nuevo a recorrer el mundo y creo que todos los hombres y mujeres de bien deben de felicitarse por ello. No las ideas de los  ismos que dominaron el siglo pasado sino aquellas que reclaman vivir en paz, con trabajo, con derechos sociales y con dignidad.  Algo comienza a moverse en todo el mundo. Hoy comienza en los países más oprimidos, en aquellos que notan más y durante más tiempo la falta de libertad y de trabajo pero a buen seguro que pronto, quizás antes de lo que los dirigentes occidentales piensan, se extenderá por los países más desarrollados en donde la democracia se ha convertido en papel mojado , pisoteado por aquellos que realmente detentan el poder real, que no son otras que las fuerzas económicas y mediáticas, mientras colocan a dóciles políticos de turno, de derechas o izquierdas, dispuestos a convertirse en testaferros del sistema y a consolidar los cimientos de ese mundo que muchos queremos cambiar.  Cuando los jóvenes europeos y sin futuro, hoy protegidos por la seguridad que les dan sus familias , en su mayoría trabajadores retirados con buenos subsidios, pertenecientes a la vieja sociedad del bienestar en Europa que tanto costó conseguir después de dos grandes guerras mundiales, cuando estos jóvenes con mejor preparación que sus mayores se harten y se indignen y salgan pacíficamente a las calles y no se retiren de ellas hasta que las cosas cambien, cuando estos jóvenes que hoy se conectan por internet formen su propio enjambre nadie podrá detenerlos. Mientras tanto se pasan a gran velocidad por la red el último texto de Hessel "! Indignaos!" o los escritos de Sharp, dos ancianos que nos demuestran como no hay edad cuando uno quiere cambiar el mundo.   Publicado por Carlos Garra en 00:24

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