domingo, 10 de junio de 2012

LA DEMOCRACIA SECUESTRADA


Lo que comenzó como crisis financiera en los Estados Unidos contaminó a Europa y pronto, debido a la debilidad de los gobiernos de uno y otro signo, derivó en una importante crisis económica que afectó a la economía real. De esta forma los grandes errores de la especulación mundial la tuvieron que pagar empresarios y trabajadores, unos cerrando empresas, los otros quedándose sin trabajo y precarizándose todavía más. La economía real quedaba atrapada entre las mandíbulas del poder financiero y el poder político se ponía a su servicio. Los ciudadanos pronto pudimos contemplar como detrás de aquellas crisis, financiera y económica, se destapaban otras de mayores dimensiones: la crisis social y la crisis moral. 

Los avances en materia laboral conseguidos con tanto esfuerzo en algo más de un siglo se perdieron con escasa resistencia por parte de sindicatos, de los trabajadores y de los representantes políticos de los ciudadanos. El telón se vino abajo y quedó al descubierto la gran crisis de valores al comprobar que la mayor preocupación entre los ciudadanos de la llamada zona euro no era otra que el mantenimiento del consumo desordenado. El dinero conseguido a cualquier precio- el fin justifica los medios- se ponía por encima de cualquier otro valor moral, claro está que hasta aquí no se había llegado en un día sino que se precisaron años en los que se relegaron a los mejores profesionales y trabajadores sustituyéndolos por jefes dóciles y trabajadores baratos sin importar la calidad de sus trabajos ni el resultado de los mismos. 

Poco importaba que un Banco o una Caja de Ahorros fuera dirigida por gente inexperta siempre y cuando contara con la aprobación del poder político que distribuía a sus hombres en Consejos de Administración, pagando su silencio y sus servicios con cientos de miles de euros al año o con bonus millonarios. Así Rodrigo Rato, con nula experiencia financiera, llega a Caja Madrid como presidente de la entidad financiera tras una guerra abierta en el seno del PP entre Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy. Rato respeta las cuotas de los diferentes partidos que se reparten el pastel. Y otro tanto le ocurre a la Justicia que es parte el botín de esta partitocracia que sustituye a la democracia (“le llaman democracia y no lo es”, se grita en las plazas y calles españolas). 

El Poder Judicial, el Tribunal Supremo o el Tribunal Constitucional se reparten en cuotas de poder. Y siempre el mismo denominador común: la obediencia debida a las consignas políticas de unos y otros. La independencia quedaba enterrada. En los medios de comunicación ocurría otro tanto lo mismo que en los organismos de control democrático: Defensor del Pueblo, Tribunal de Cuentas, Banco de España, Mercado de Valores etc. etc.

Mientras el sistema democrático se desmoronaba fueron muy pocas las voces que se alzaron contra aquel secuestro de la democracia y aquellas que lo hicieron fueron silenciadas. El periodismo de investigación pasó a convertirse en periodismo de hostigamiento obedeciendo a los intereses políticos y económicos- unos se hicieron llamar Sindicato del Crimen e intentaron derribar a un gobierno elegido democráticamente, cosa que consiguieron, y los otros se alineaban en torno al grupo Prisa-  perdiéndose todo atisbo de libertad informativa.

Con la política, la justicia y los medios de comunicación mediatizados el poder financiero encontró el terreno abonado para hacerse con el poder económico, dictar sus propias leyes y hacer que los ciudadanos pagaran por los errores de otros. Los ciudadanos estaban más ocupados en consumir casas, coches, viajes, o todo tipo de prendas de vestir engordando una gran burbuja, primero tecnológica y después financiera que los llevaría al abismo. Y ahí es donde ahora nos encontramos.

¿De qué extrañarse cuando el Presidente del Poder Judicial dice que “es una miseria” el haber falseado sus gastos y pasar como comidas oficiales sus fines de semana en hoteles de lujo con su amante bien armado, y si digo bien armado es porque lleva armas y posee una medalla pensionada de la policía. Además comparte nombre con un mítico jefe apache. 

¿De qué extrañarse cuando vemos como Rato y otros tantos hunden Cajas y Bancos obteniendo en premio millones de euros a cambio? O los desorbitantes sueldos de los directores de medios de comunicación o sus “estrellas” mientras el país se empobrece y aumenta el número de suicidios entre quienes han sido despojados de lo poco que tenían

Lo que de verdad extraña todavía es ver cómo millones de personas votan a quienes les recortan hasta lo más mínimo, a quienes secuestran y pervierten la democracia, a quienes nos llevan al abismo para arrojarnos al precipicio. 

Ayer mismo se ha producido un rescate y todavía no son pocos quienes quieren hacernos creer que se trata de un préstamo estupendo para la banca y que ahora viviremos mejor. 

Algún día alguien se preguntará qué es lo que pasó en estos años en los que a los recortes sociales se les llamaban reformas, o a los rescates préstamos; en los que la mentira y la infamia estaban al orden del día; con el poder político, la justicia y los medios de comunicación secuestrados y porqué hicimos tan poco por impedirlo

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