¿Qué pensaría si su banco pide dinero para financiarse y lo pone a
usted como garante del préstamo y en el supuesto caso de que su entidad
bancaria no pudiera pagar lo que ha pedido sus acreedores fueran a por
usted o a por sus bienes?. Seguro que no le haría ninguna gracia. Pues eso es lo que
ha hecho el Gobierno con este rescate al que llaman "préstamo en condiciones ventajosas".
Si la banca absorbe los 100.000 millones de euros y eso no le llegara para
sanearse será el Estado a través de los Presupuestos Generales del Estado, con
el dinero de todos los españoles, el encargado de devolverlo con unos intereses
que oscilan entre el tres y el cuatro por ciento. Y este préstamo es preferente,
es decir que hay que pagarlo antes que ningún otro que tengamos contraído.
Sinceramente, no veo ninguna razón para la alegría de Rajoy o las felicitaciones
del Rey.
En el año 2009, el presidente de
entonces, Rodríguez Zapatero le dio 150.000 millones a la banca española para
que pudiera sanearse y fluyera el crédito. Y nada de eso sucedió. Un año más
tarde, a través del Banco de España, se inyectaron 45 000 millones de euros
para las Cajas de Ahorro y el pasado año la banca española utilizó 110.000
millones de euros del Banco Central Europeo para provisionarse con fondos reales
que les permitiera salir adelante una vez separados los activos tóxicos. En total, antes del rescate, Bancos y Cajas
contaron con nada menos que 300.000 millones de euros para sanearse. Mientras, los
españoles seguimos en paro, sufriendo recortes, uno tras otro, y vuelta a
empezar. ¿Qué nos hace creer ahora que estos 100.000 millones de euros del rescate
vayan a servir para algo? Desde luego no para solucionar los grandes problemas
de la sociedad española.
Si estas cifras astronómicas se hubieran utilizado
para ayudar a los españoles en apuros a pagar sus créditos no habría habido desahucios,
la banca no tendría problemas de impagos, el ciudadano podría seguir consumiendo
y no se habría roto la cadena de la economía productiva pero, claro, el gran negocio
financiero de la deuda no existiría.
Ahora, por poner un ejemplo, se da la paradoja que los cien
mil euros del rescate servirán para financiar a los bancos de los que el Estado
español es acreedor. Nunca se ha visto que el deudor financie al acreedor para
aumentar el volumen de su deuda. Por estas razones no comprendo la alegría del
presidente Rajoy, que lo celebre asistiendo a un partido de futbol fuera de
España, y que el Rey lo felicite. Algo falla en las altas esferas.
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