Si usted vive en Madrid habrá
podido observar como en los últimos meses el Ayuntamiento, uno de los más
deficitarios de España, sin la menor explicación, ha comenzado de pronto a
cambiar todas las paradas de autobús en una fiebre de gasto que provoca el
asombro de los madrileños. Y no es para menos si tenemos en cuenta de que el
mobiliario urbano que había en cada una de las paradas de autobús, son
miles en Madrid, estaban en perfecto estado y había sido renovado en su
totalidad hace menos de dos años. En aras de la transparencia he intentado,
como ustedes se pueden imaginar con poca fortuna, recabar la información de lo
que nos está costando este despilfarro a los madrileños. Estamos hablando de cientos de millones de
euros. Por mucho menos se ha suprimido la atención a los mayores; la metadona a
los drogadictos necesitados; se han dejado de limpiar las calles o de regar los
árboles, cosa está que ha provocado ya tres muertos y la tala de miles de árboles
que se habían secado; se les ha privado a los más pequeños del servicio de
comedor en los colegios limitando así sus comidas a dos o una al día y se han llevado
al extremo unos recortes que están perjudicando seriamente a los más
necesitados. Por esa razón sorprende que en plena austeridad, en lugar de
restablecer los servicios sociales a los ciudadanos, el Ayuntamiento haya
optado por el despilfarro absurdo que le está llevando a cambiar todo el
mobiliario urbano que, repito, estaba en perfecto estado o a inundar Madrid de
bicicletas eléctricas, un proyecto más propio de las ciudades europeas ricas
. La explicación a todo este desatino está a la vista: el próximo mes de mayo
se van a celebrar elecciones municipales y autonómicas y a la alcaldesa no se
le ha ocurrido mejor idea que endeudarse todavía más y tirar la casa por la
ventana.
Y digo tirar porque de eso se
trata de dilapidar. Ni siquiera en plena euforia económica una inversión tan inútil
estaría justificada.
Si usted visita Madrid en estos
días puede pasear por la ciudad en las bicicletas más modernas, o esperar el
autobús de pie que no sentado, pues en estas sofisticadas paradas recién
instaladas no se ha previsto el asiento para las personas mayores o los niños
para impedir que por la noche se puedan acostar allí para pasar la
noche los miles de indigentes que pueblan las calles de la capital, la más
sucia de España, la más abandonada, con infinidad de mierda canina en sus
calles, con las hojas del otoño sin recoger, con mal olor y poca limpieza, con
plazas públicas como la de Callao en donde no se puede encontrar ni un solo
banco. Y es que Madrid en manos del PP se está convirtiendo en una ciudad abandonada.
Perdón, es cierto, no toda ella. Existe una zona limpia, en donde toda está en
perfecto orden. El barrio de Salamanca. Estas
Navidades la ciudad a oscuras
contrastaba con la gran iluminación, preciosa, una atracción para todos, de las
calles Velázquez o Serrano. ¿ Quien ha dicho que ciudadanos somos todos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario