“Los socialistas griegos barrieron en las elecciones
generales del domingo, confirmando así la predicción hecha por François
Mitterrand al llegar a la Presidencia de Francia, el 10 de mayo, de que su
triunfo se contagiaría al sur de Europa”. Y la predicción de Mitterrand no tardó en
cumplirse pues al año siguiente, en 1982, Felipe González, con su promesa de cambio, contagió a once
millones de españoles que le votaron iniciándose una nueva era política de la mano de la socialdemocracia europea.
El reloj de la historia vuelve a sonar y de nuevo en
Grecia pero esta vez con actores muy diferentes. La victoria electoral de Syriza, ayer
en Grecia, viene a confirmar el fin del bipartidismo en aquel país llevando a los
socialistas griegos a la práctica desaparición del escenario político. Este ha
sido el castigo del pueblo griego a quienes les han gobernado por expreso
mandato de la llamada troika- el FMI, la UE, el BCE- llevando al país a la bancarrota. Aquella socialdemocracia de los años ochenta olvidó sus principios y se lanzó al abismo siendo abrazada por el capitalismo liberal. Hoy su caida por el precipicio de la historia nos parece de lo más natural.
“Tic, tac. Tic, tac. La cuenta atrás ha comenzado” anunciaba
ayer Pablo Iglesias, el líder de
Podemos, dirigiéndose al presidente actual, Mariano Rajoy. El
próximo día 31 una gran manifestación recorrerá Madrid para pedir el principio
del cambio anunciando que entramos en el Siglo de la Gente, aquel en el que los ciudadanos adquieren
mayor protagonismo frente a los grandes organismos internacionales y al poder
financiero.
Lo primero que hará el nuevo presidente griego, Alexis Tsipras, es dar de comer al hambriento, dar
cobijo a miles de personas que duermen en las calles, evitar que echen de sus
casas a quienes no pueden pagar la hipoteca o la mensualidad, proporcionar
sanidad a los enfermos que no la tienen - más de tres millones de personas- en
definitiva, acudir en salvación de los más necesitados. Nada más cercano al
evangelio cristiano, aunque sean curiosamente los que
comulgan a diario con ruedas de molino, los falsos cristianos, quienes más
arremeten contra el líder de Syriza llamándole radical y presentando su política como un peligro público.
A estos fariseos los echaría a latigazos
Jesús del Templo y quizás se apuntaría a las filas de Syriza o al menos le daría un fuerte abrazo a Tsipras. No
creo que Jesucrito se fuera de cena o de copas con los dirigentes de la troika
o con los hombres de negro. Y es que nunca como hoy las ideas de los nuevos
comunistas han estado tan cerca del Evangelio. Si Tsipras, para defender los
intereses del pueblo griego, tuviera la capacidad de poder elegir un
interlocutor en el mundo estoy convencido de que cambiaría de buena gana a Angela
Merkel por el Papa Francisco. Al menos en los temas sociales se entenderían
mejor. Esto me recuerda mis viejas lecturas de los tomos de la Historia de las
Civilizaciónes, de Henri Pirenne, en los que el historiador belga aproximaba posturas
coincidentes entre las ideas comunistas y determinados postulados del
cristianismo. Leer esto hace cuarenta años parecía increíble, cuando nos
encontrábamos en plena guerra fría, sin embargo hoy no parece que el sabio
belga estuviera tan descaminado
Tic,tac. Tic, tac. Comienza la cuenta atrás.
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