De lo que se trata ahora para los superpoderes económicos europeos, encabezados por el Bundesbank, es de dejar bien claro ante todos
los ciudadanos europeos que por encima de ellos y de sus gobiernos están los
organismos supranacionales, es decir, la llamada Troika (la Comisión Europea,
el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo).
Los griegos, los españoles, los italianos, los portugueses,
los irlandeses y otros ciudadanos de países con pérdida de soberanía - no así
los británicos ni los alemanes- pueden elegir libremente a sus representantes
pero estos una vez elegidos han de tener muy claro que no han de obedecer los deseos
del pueblo que les ha votado sino los mandatos de la Comisión Europea que es en
definitiva quien les gobierna en lo económico. Y como ya es sabido sin
autonomía monetaria y financiera todas las libertades políticas no sirven para
nada.
La decisión del pueblo griego en las urnas ha sido como
arrojarle un guante a la cara a la Troika que ya les ha amenazado con los
infiernos que los funcionarios o los pensionistas dejen
de cobrar sus sueldos, que las empresas tengan que cerrar al cortarle los
créditos la Banca, llevando al país a la bancarrota total. Ese es el precio de
la soberanía. Si lo quieren así los griegos, serán expulsados del euro. En caso
contrario será igual al partido o al líder que hayan elegido en las urnas. Es
decir, la democracia, entendida como soberanía de los pueblos, desaparece. Pero
no seamos ingenuos, eso ya está ocurriendo en determinados países de Europa,
entre ellos el nuestro, desde hace años. Ahora de lo que se trata es de
negociar dentro del estrecho margen de maniobra de que disponen los políticos: renegociando
la deuda para escalonar los pagos, estableciendo una quita , pero
eso sí , en secreto para que no se produzca un efecto dominó en el resto de los
países deudores, y realizando un mejor reparto de la riqueza .
Ese es el reto real al que se enfrenta ahora Syriza en Grecia
y que tendrá que afrontar Podemos o la izquierda española, si ganan las elecciones.
El margen de maniobra todavía existe. Consiste en cambiar las reglas del juego
a nivel interno, a nivel nacional, en lo social, en nuestra economía real. Será
esta una estupenda posibilidad para que resurjan temas como los de la justicia
distributiva, la solidaridad regional o la política honesta pensando en el
pueblo, con el pueblo y para el pueblo. Se trataría, en definitiva, de cambiar
lo más cercano mientras nos ganamos nuestra perdida soberanía económica.
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