Se preguntarán ustedes que ha pasado
en este blog tan serio y a veces incluso sesudo para que a estas alturas del
confinamiento me haya dado por lo satírico. Y es que yo camino en dirección
inversa.
No sé si se han percatado pero desde los primeros días de la cuarentena he
recibido en mi teléfono móvil decenas de mensajes en clave de humor sobre cómo
había que pasear a los perros, como estos se escondían de sus dueños para no
salir a la calle pues ya estaban agotados, o el sinfín de situaciones cómicas y
absurdas que se podían desprender de la implantación del Estado de Alarma. Todo
esto tiene una explicación sicológica que no es otra que la reacción natural
ante un hecho traumático. Algunas personas se vienen abajo pero otras se vienen
arriba.
Por ese motivo, en los primeros días de cuarentena, todos los mensajes de
texto y videos recibidos sonaban a cachondeo. Incluso había destacadas
intervenciones de músicos y poetas. Tocando el violonchelo en un paisaje
natural, el campo o la playa, incluso he visto un video de alguien arrancando bellas notas a un violín al borde de un acantilado. Todo era buen humor, belleza y esperanza. De esos días he
guardado cerca de treinta versiones diferentes de la canción “Resistiré”.
A la semana siguiente, conforme
iban creciendo el número de contagiados y de muertes, todo eran recomendaciones
de cómo no contaminarse. Cientos de medidas de seguridad por escrito, en audios
o videos explicativos de cómo hacerse una mascarilla casera o como colocarse
adecuadamente los guantes para no contaminarse.
A los pocos días comenzaron a
llegarme numerosas informaciones ligadas a la teoría de la conspiración. Que si
el virus había sido creado en un laboratorio chino hace cinco años y como en
ese laboratorio se había producido una fuga que había contaminado al mundo
entero. Otro aseguraba, con una enérgica voz en off, que todo se debía a una
confabulación entre uno de los mayores laboratorios farmacéuticos de los Estados Unidos y la empresa de Bill y
Belinda Gates. Un gran negocio para enriquecerse. En aquellos días me inundaron las llamadas “fake news”.
Y de pronto, durante un par de
días, se produjo el silencio.
La cosa se pone seria, pensé. Y así fue.
La curva
de mortalidad y el contagio se disparó de forma exponencial. Y de nuevo las
coñas sobre si se había llegado por fin al pico de la curva ascendente. De ese
momento conservo un vídeo muy simpático en el que se puede ver a Pedro Piqueras,
el conductor del Informativo de Tele 5, visiblemente avejentado, que daba paso
a otro ancianito que tenía la misma cara que Fernando Simón, el portavoz del
Ministerio de Sanidad para el coronavirus, en donde ambos aseguraban que ya se estaba llegando al pico.
Y, ahora, que parece ser que nos
van a ampliar por quince días más el
confinamiento, todos los videos y mensajes que recibo son pesimistas y
desagradables. Numerosas declaraciones de políticos de la oposición al Gobierno
acusándole de todos los males. Desagradables cifras de cómo ha caído la
actividad económica y los millones de trabajadores que se van a quedar en paro
una vez que esto concluya. Recibo también otros textos en los que sus autores están
convencidos que el encierro va para largo. O como este otro, que me ha llegado hoy, que
asegura que un nuevo virus, el hantavirus, esta vez con origen en Corea, más
letal que el coronavirus, se está extendiendo por el mundo y que ya ha causado
los primeros muertos.
La verdad es que no se a que
agarrarme para no caer en la más profunda de las desesperanzas, por eso he
pensado que aunque solo sea por esta vez, voy a utilizar
este espacio que me proporciona el blog como terapia personal.
Al fin y al cabo tan solo tengo
tres lectores. Que ya es mucho. Nada menos que el triple que hace tres semanas.
Ánimo C. Garra, continúa con tu terapia, el "nada" es mal remedio en la actual situación.
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